viernes, abril 25, 2025
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FF.AA. ¿ES PRUDENTE DEPOSITAR TODOS LOS HUEVOS EN ESA CANASTA?

Autor: Tomas Andino Mencía

En Honduras es notorio como el gobierno de LIBRE se apoya mucho, y me atrevería a decir que demasiado, en la actual cúpula de la Fuerzas Armadas, y no en el desarrollo de un movimiento social fuerte, como suelen hacer los gobiernos que buscan transformaciones sociales duraderas; mientras que la oposición, que antes se derretía por tener el apoyo de los militares, ahora los adversa. ¿Por qué sucede esto?. La explicación a esto la encontramos en el conflicto que se está desarrollando a nivel más general en el país, en el plano macroeconómico social y político.

Existe una polarización entre el sector procapitalista reformista, representado en el partido LIBRE; y el sector de la gran burguesía conservadora, representado en los partidos Liberal y Nacional, la gran empresa privada y los medios de comunicación. Estos dos sectores influyen a diferentes estratos de oficiales en las Fuerzas Armadas, para que respalden sus respectivos proyectos de país. Como en la actualidad estamos ante una de esas raras ocasiones en las que el sector reformista de la burguesía detenta el Poder Ejecutivo, en la institución militar también ha ascendido al Estado Mayor Conjunto un estrato de oficiales que se identifican con el nuevo gobierno reformista de LIBRE. Y, en esta situación, la burguesía conservadora sabe que, con los generales bajo su control total, hace lo que quiere, pero sin estos, hará lo que pueda.

Esta es una situación que solo ha ocurrido dos veces en el último siglo en Honduras. La primera vez, fue en 1972-1974, cuando una cúpula reformista en la Fuerzas Armadas desató un proceso de reformas institucionales, inclusive una reforma agraria y sindical, muy progresivo, que hizo entrar en pánico a la rancia oligarquía burguesa terrateniente, acostumbrada a hacer y deshacer lo que se le antojaba. Actualmente, es la segunda vez que eso ocurre, y como en aquella ocasión, el sector conservador se retuerce en su silla presa de pánico. Por lo cual, para el conservadurismo es de vital importancia recuperar el control de las Fuerzas Armadas, comenzando por desalojar de su cúpula al actual alto mando, que es muy afín al gobierno reformista de Xiomara Castro.

En el último mes este conflicto interno ha escalado a otro nivel por el hecho de que el Ministerio Publico y el Poder Judicial han llevado a prisión a militares de alto rango que estuvieron al frente de la represión durante el Golpe de Estado de 2009, iniciando con los generales Venancio Cervantes, Carlos Puerto y Romeo Vásquez Velásquez; este último prófugo. Esto significa que los altos oficiales militares con los que siempre ha contado la gran burguesía nacional y los gringos para hacerles los mandados en las Fuerzas Armadas pueden estar en riesgo de caer ante la justicia; lo cual significa que se estaría fortaleciendo el sector reformista al interior de la institución. Pero ¿hasta qué punto se puede confiar en la cúpula militar?

La institución militar, por muy progresiva que sea o que parezca, en el fondo no deja de ser una institución creada para proteger la sociedad capitalista, sea bajo un esquema conservador o reformista. No puede ser de otra manera mientras no sea una fuerza armada que surja de una revolución, y eso en Honduras todavía está en chino. Los cuadros de la alta oficialidad fueron educados en el respeto a la Constitución y a las leyes creadas por la burguesía y adoctrinadas en este principio por el Pentágono gringo durante unas 7 décadas. Una cúpula militar identificada con el reformismo puede ser flexible hasta cierto punto, solo para procurar un sistema político menos corrupto y más abierto, incluso más independiente de opresiones extranjeras, que es lo que sucede actualmente en esta institución, pero en Honduras ni ha ocurrido una revolución ni el proceso reformista actual es tan profundo como para cuestionar las bases mismas del sistema.

Eso significa que, si el péndulo político el día de mañana se inclina en favor del conservadurismo, la lealtad de estas mismas fuerzas armadas que hoy sirven al gobierno de LIBRE mañana podría estar al servicio de un gobierno conservador y volver a sus andanzas represivas contra nosotros, como ha sido su costumbre. Es más, si el propio gobierno reformista va más allá de simples reformas y se adentra en un verdadero proceso de transformación nacional, incluso el sector reformista militar, se le puede volver en contra. Basta recordar la experiencia del gobierno de Manuel Zelaya.

Su gobierno invirtió millones en mejorar los ingresos de sus oficiales, reforzar su armamento e incrementar sus efectivos. Y cuando este creyó contar con la lealtad de su “compadre” el hoy prófugo General Romeo Vásquez Velásquez, pues, al final de nada le sirvió. Con las mismas armas que le financió, le dieron el Golpe de Estado de 2009.
Por tanto, cometeríamos un error al depositar una total confianza en las actuales Fuerzas Armadas, que no tienen ni cuatro años de estrenarse como reformistas y que aún no han sido sometidas a una prueba de fuego.

A su interior existe un delicado equilibrio de poder entre ambos grupos, que puede romperse en cualquier momento. De hecho, la campaña de desprestigio de la burguesía conservadora tiene el propósito de abonar al retorno del sector fascistoide al mando de la institución militar. Para dar respaldo a un proyecto de transformación nacional, nada puede sustituir la vieja pero siempre vigente formula de: educación-organización-movilización popular. Ninguna cúpula militar, por progresista que se presente, puede sustituir eso, si es que realmente se trata de transformar o refundar este país.
Para tenerlo claro.

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