Por: Mariano Sierra
Hablar de las comunicaciones y en especial del periodismo, evoca, misión, verdad, muchas veces mentiras, poder, pasión, sacrificio, ser testigo de las dinámicas sociales y políticas.
Por lo tanto, no es tarea fácil, es tarea de intrigas, pero en esencia es tarea de ética, de convicción que debe conducir al derecho de los pueblos, ser informados con La verdad. De allí que no nos cansaremos de pregonarlo. Porque la verdad conduce a la dignidad, a la justicia, a la información objetiva, transparente. Sin mancha ni pecado original.
Pero hay algo en ese acontecer social. La denuncia pública de las inequidades sociales en medio de las tentaciones, de las persecuciones, y eso es periodismo nato. El periodismo no puede ser ubicado como una ideología, aun transite por esos laberintos, porque siempre pondera el pensamiento libre y crítico. La deontología periodística implica respeto a la verdad, al hombre por encima de los hechos que se aborden, haciendo del periodista el revolucionario de la palabra oral o escrita, fiel a su pluma y a su voz. Ningún medio periodístico debe ser instrumento o un medio de uso para ejercer poderes o que otros quieren hacer de él, la vía para sus beneficios. El periodismo ejerce un diagnóstico social que se formaliza con el discurrir de los hechos cotidianos. El periodismo se encuentra en la palestra donde fluye la evolución de los pueblos para ser testigo de historia, para evitar todo afrenta contra el orden, pues en su giro diario se enaltece la transparencia por encima de sobornos, de calumnias, de deformaciones, haciendo honor a la moralidad pública, siendo adalid contra los injustos sociales, contra el atropello a los más débiles. Y para ello cunde el anuncio de los desórdenes sociales con la denuncia al unísono para solicitar la limpieza moral, para que se conozca la corrupción, con el talento y el agudo sentido común sin generar asomo demagógico.
No son ingentes los esfuerzos de los medios de información para conquistar la verdad. De allí que hoy se viva una crisis comunicacional, se viva un egoísmo y unos apetitos voraces. Aun así, jamás se podrá perder la convicción, pues el periodismo vivirá para silenciar a quienes quieren quitarles a los demás su libertad, su oportunidad, dentro del batallar ético y fluido. Nosotros la sociedad, ante ese periodismo lejano de los valores, debemos tener la fuerza y la entereza y decir no al arrollador poder de ciertos medios que especulan para confundir y defender determinados intereses patéticos.
Abramos las páginas de los medios y leamos y escuchemos sus contenidos para ver si se cumplen los postulados profesionales de la información. Da grima como se ventila indeterminada publicidad, donde circulan las redes de la chismografía, el sexo desordenado, la violencia escandalosa. Y eso mismo ocurre en la radio y la tv. Y a eso llamamos periodismo. Cuan lejano están estos medios de su función primordial. Sus objetivos son secundarios, trastornadores de la realidad que desdibujan su esencia, que destiñen la realidad y el imperio de un criterio que otrora tenía sentido… Informar, brindar opinión. A cambio se nos presenta un periodismo que induce, que conduce, que manipula, incitador malévolo, creador de ídolos e ideologías propias para agrandar la sociedad consumista de aberraciones. Que propicio es traer a colación o mejor evocar a George Well quien señalo… Decir la verdad es un acto revolucionario… La pasión por la verdad es el poder para descubrir las mentiras, para dar vida a la verdad objetiva que hoy quiere catapultar el autoritarismo, la globalización perversa. El periodismo crítico siempre estará para defender las causas justas con humanismo fiel.
El periodista como todos los medios dejaran de ser la plataforma de participación social, para ir por los caminos de las libertades fundamentales, creando conciencia, buscando alternativas en un mundo en decadencia. El periodista es el revolucionario, es el rebelde de la palabra oral o escrita que, con su labor acuciosa, investigativa, audaz, proporciona revelaciones que hacen la historia, sin silenciar la realidad. Con su observación, el periodista aborda lo más recóndito del mundo humano y la naturaleza, haciendo acopio del más noble altruismo acorde con la filosofía de la vida.
Para el periodista no hay fronteras visibles ni invisibles, ni barreras que le cierren los caminos para la búsqueda de la verdad noticiosa, que luego se plasmara en los impresos de la memoria histórica. Porque si un pueblo no conociese su pasado, no hay posibilidad de construir estado justo, no se podrá conocer la verdad del devenir social, del credo que nos han legado nuestros antepasados. Un periodismo sincero, no juzgara, no condenara…solo informara dentro de la libre expresión y los principios éticos. El periodismo vigente, con algunas excepciones, llamado periodismo burgués, tiene la característica de ser profano de la verdad. Su visión, sus objetivos y su práctica están sujeto a los condicionamientos de la clase elitista. Su particularidad es atender a las clases ´privilegiadas, impidiendo rebelarse y no obedecer a las fuerzas arbitrarias que por antonomasia representan la dictadura democrática. Todos tenemos derecho a rebelarnos contra el orden autoritario y al decir de Locke a ese derecho no se puede renunciar pues esta fuera del poder de una tiranía.
El periodismo y su verdad se levantan y se anticipan a toda crítica y a la ideología dominante permitiendo vislumbrar un discurso nuevo, una nueva forma de pensar e informar. El periodismo es el objeto ético contra toda dominación, trascendiendo la historia y la realidad de los hechos sociales con la libertad propia de la palabra. Bien lo decía el papa a los periodistas… Vuestra voz, libre y responsable, es fundamental para cualquier sociedad democrática… Toda aversión informativa, daña a la sociedad, la manipula y desorienta, produce unos galimatías sociales sin precedentes.
Los periodistas deben ser respetados, deben estar bien remunerados deben tener protección a su vida, deben gozar de la seguridad social y los derechos humanitarios, son los héroes olvidados.
El sentido crítico y objetivo será de la esencia periodística. De allí que la información estará libre de detractores emocionales, primando la integridad, la ética y la verdad. Reflexionemos con la máxima del pensador Osho quien alerta sobre la libertad, diciendo que…si eres esclavo de alguien, no eres libre, por lo tanto, no es uno mismo y eso lo hace incapaz… El periodismo no puede ser una torre de Babel. El hombre se entiende por su misma esencia despreciando lo que confunda, aun en medio de las diferencias sociales. Aun en medio de los distintos pensamientos y creencias.
En todos los tiempos han existido héroes, unos visibles, otros invisibles, y el periodista hace parte de esos héroes que, sin restricción del tiempo y fechas de calendario, exponen su integridad total ante un mundo que obnubila, mata y engaña. Por eso entendemos la existencia de un periodismo revolucionario que asoma, para entregarnos su vivencia, para enseñarnos el reflejo de una sociedad sim limites que evoca cambios sociales. Y es que ese cambio nos corresponde a todos, cada uno desde su curul que ocupa en el tejido social, sin perder la capacidad de comprender la realidad, sin dejar por fuera la fuente de la vida…. Nuestra madre naturaleza, con sus sintientes prototipos de amor, nuestros hermanos de la creación como lo enseñó el Hermano de Asís, los animales, las plantas, el agua, el aire, la tierra, el sol, la luna, el gran cosmos….
El periodismo hace vibrar el espíritu cuando en su tarea se involucra con el hombre en una época donde la información reinante está intoxicando el ambiente social, agravando el sentido de la vida, agravando la condición humana y el sentido común ante un mundo condicionado por intereses superfluos con el aval de la sabiduría. Por eso Thoreau enseña que La ignorancia no es solo útil, sino bella, mientras que la pretendida sabiduría resulta desagradable e inútil…
Ningún medio de información se debe dejar doblegar, pues su equilibrada labor estará acorde a sus principios diáfanos. Su trajinar crítico se mezcla con la crítica mediocre que nos anunciara José Ingenieros en El hombre mediocre. Ese periodismo social, profundo, que solo se atiene a la verdad, otea en todos los escenarios, sin dejarse atrapar por las cadenas de los poderosos, pues no debe estar en su espíritu honesto dejarse llevar por aquella servidumbre humana y perversa.
De allí que, para el periodista, el mundo se constituye en su radio de acción histórico llevando a la sociedad lo que ocurre, acontece y sucede, a fin de que esta sociedad reflexione y conozca el devenir social y como le afecta en su cotidianidad, en su vida personal y doméstica. Hay muchos medios de información que destruyen verdades y crean incredulidades, coadyuvando con quienes no están en la línea de sus funciones de gobierno o sociales, sean públicas o privadas.
En la vida todo es comunicación, y quien vive la libertad y la verdad adquiere sensibilidad de expresar, de escuchar, poniendo en acción la dinámica de sus sentidos. El periodista se debe a la gente, a su interrelación creando una imagen del mundo, y así, crea unidad, crea paz, crea amor así mismo, a la naturaleza, al prójimo, a su Dios personal, con el aval de los derechos humanos y sus principios humanistas, su permanente preparación, su independencia firme e indeclinable.
El periodismo pertenece a la Genesis de la razón humana y desde otrora ha venido creciendo bajo los principios de la libertad, la verdad y la ética, no obstante, su vulneración- El periodista se forma desde las profundidades académicas, pasando por las duras faenas diarias donde se navega entre desconciertos y vicisitudes, que se van constituyendo en un mundo de ideas, noticias, información, en un mundo erosionado por la codicia humana y por las irracionales posturas sociales y políticas, que oscurecen el entendimiento de los problemas que enfrenta el hombre contemporáneo. La sociedad espera un periodista que denuncie las injusticias de un estado, de una sociedad sin temor a la represión, o a la violación de la libertad de expresión, tomando partido sin que para ello se tenga que esconder bajo las alfombras de la realidad, o clavar la cabeza como el avestruz.
Tomado de: alainet.org