Por: Víctor Manuel Ramos
Hace unas semanas escribí dos artículos sobre la amenaza que el gobierno de Israel representa para los pueblos de América Latina y de África. Los sionistas están profundamente comprometidos para provocar cambios en los gobiernos de nuestros países, impulsados por los sectas cristianas protestantes, sobre todo de aquellos pastores, traidores a la patria, que, a cambio de unas monedas, quieren entregar a nuestro país al dominio de Israel. Para el cumplimiento de este propósito, aquí, en Honduras, está comprometido con este asunto el usurpador Juan Orlando Hernández y la cúpula militar.
Los cristianos protestantes han elevado a primer plano la afirmación bíblica de que los judíos o israelitas son el pueblo elegido por dios y que dios les dio la tierra de los palestinos. Esa prédica es constante en las iglesias protestantes. Por ese motivo no es casual ver la bandera israelita en las capillas y aún en las casas de los feligreses.
El gobierno de Honduras, surgido de un fraude electoral y de la violación de la Constitución y señalado, sus principales personeros –civiles y militares- de estar ligados al narcotráfico y la corrupción, es sostenido por Trump, quien igualmente ha presionado al hondureño: para que acepte la petición Israelita de trasladar la embajada hondureña a Jerusalén, a pesar de que tal decisión viola los acuerdos de obligatorio cumplimiento del Consejo de Seguridad de la ONU; la cooperación militar en materia de seguridad y la compra de armas y pertrechos para el ejército y la policía, más el adiestramiento de la policía y de los militares en represión en contra del pueblo hondureño.
Pues bien: algunos medios han publicado, este día, con la mayor de las desfachateces, que Honduras, con la presión de Trump, está a punto de lograr, con Israel, un acuerdo para que ese país envíe 1000 soldados, para entrenar a los militares y policías hondureños en asuntos de seguridad, sobre todo para que impidan a los hondureños migrar, en otras palabras, para convertir al país en una auténtica cárcel de la cual no será posible salir.
Los Estados Unidos, vaya cabronada, permitirá que las tropas israelitas se alojen en la Base de Palmerola, y se alojarán así, con aprobación o no del Congreso de la República (ya oiremos el sonar del tilín-tilín de las monedas de Judas). Esta actitud de Trump contrasta con su postura respecto a Venezuela: Trump rechaza la presencia de asesores militares rusos en Venezuela y sostiene, mentirosamente, que hay en ese país bolivariano, tropas cubanas.
Pero apoya, ordena a Honduras, que acepte la presencia de tropas militares israelitas en nuestro territorio que crearán, indudablemente, un ambiente de inestabilidad en Centro América, porque los demás países del Istmo, sobre todo El Salvador y Nicaragua, verán con recelo esa presencia de militares extranjeros en Honduras.
Algunos sectores del pueblo hondureño, embrutecidos por los pastores traidores e interesados en recibir apoyos financieros, expresan su júbilo por la llegada de los sionistas, porque les consideran envidos de dios, hombres divinos que nos traen la protección divina, como resultado de la prédica sostenida en las capillas evangelistas. Si matan gente es porque dios tiene un propósito con nuestro país que recibirá bendiciones, dicen los engañados feligreses.
Nada más falso: realmente no necesitamos el apoyo de Israel para nuestra seguridad. Sobre todo porque se trata de un ejército que viola los derechos fundamentales de los palestinos y que rechaza obedecer las resoluciones de la ONU, y del Consejo de Seguridad. Pregunto, ¿en qué nos podrá ayudar un Estado que se sitúa al margen de la ley internacional y que viene a apoyar a un individuo que se ha apoderado del gobierno mediante el fraude electoral y el atropello a la Constitución?
La historia de la cooperación del gobierno de Honduras con Israel no es del agrado de los hondureños porque es Israel el que ha proporcionado los menajes –bombas lacrimógenas, toletes, carros lanza chorros de agua, armas- y la instrucción a la policía antipatriótica hondureña para reprimir a los hondureños rebelados en contra del estado actual de cosas en el país basado en la ilegalidad.
Hondura solicita asistencia a Israel y este Estado, al margen de la ley internacional, pone como condición que Honduras también se ponga al margen de los mandatos de la ONU, además de estar al margen de la ley nacional.
¿Quién impuso este convenio entre Israel y Honduras? Pues nada menos que el mismo Pompeo, cuando JOH asistió a la toma de posesión del presidente de Brasil –racista, xenófobo y supermacista-. En Brasilia, Pompeo y Netanyaho le hicieron la encerrona a JOH y lo obligaron a aceptar la alianza estratégica en seguridad planteada por Pompeo.
¿Qué hay detrás de todo esto, cuyo conocimiento no lo tenemos plenamente porque esta información se cobija en una ley arbitraria que puso en vigencia el mismo JOH cuando era presidente del Congreso? Pues, para los ojos que ven y para los oídos que oyen, se trata de un contingente militar que podría intervenir en contra de Venezuela, frente las dificultades que podría enfrentar Trump si envía tropas norteamericanas en contra de Maduro.
Pero además, podría darse el escenario de que los israelitas entrenen a los hondureños para que vayan a Venezuela, a ofrendar la vida por un país que no es el suyo y que sería atacado de manera ilegal con la complacencia de Honduras, delito por el cual más tarde podría, el Estado de Honduras, ser sometido a un juicio en la Corte Internacional de Justicia. Pero si no fuera este el caso: porqué tienen que venir los israelitas a entrenar a nuestros policías para mantenernos encerrados, para prohibirnos migrar, para no poder salir de las fronteras guaymurenses, para convertir al territorio nacional en una auténtica cárcel?
Es necesario que todos los patriotas, que la resistencia y que todos los frentes gremiales, estudiantiles, sindicales y de pobladores se sumen a una gran protesta nacional para impedir que, en el Congreso Nacional, se apruebe ese tratado que, a todas luces, viola la soberanía de nuestro país y nos pone como blanco seguro en el caso de una posible conflagración en la que podrían intervenir las grandes potencias del mundo. El pueblo hondureño quiere paz, exige que se respete la independencia de nuestros pueblos y que se respete la independencia de Venezuela y cese el bloqueo en contra del pueblo bolivariano.
Quedarnos en casa puede costarnos muy caro, más adelante.