sábado, julio 20, 2024
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¿OTRA EDUCACION ES POSIBLE PARA HONDURAS?

Por: Carlos Méndez

La interpeladora y picante frase que Ud. ve en la cabecera de esta página, está, en lo que va de este año, en las carpetas para su reflexión y análisis, de varias instituciones gubernamentales. Se cuenta en este laboratorio, al propio Ministerio de Educación, Consejo Nacional de Educación (CNE); la Secretaría de Desarrollo e Inclusión Social (SEDESOL, antes SEDIS): por si faltaba, también incluye a organismos con una bien ganada y potable experiencia en Educación no formal como la CONEANFO (Comisión Nacional de Educación No Formal), instancia que aglutina a organismos no gubernamentales, pero, además, del propio gobierno. 

Toda esta institucionalidad que se ha hecho un nudo para semejante empresa, tiene como denominador común: el desarrollo social comunitario en aquellos sectores más pobres en diversos niveles y que hacen énfasis en la acción educativa como plataforma de consolidación de Programas y proyectos en diversas partes de nuestro país. Esta experiencia, la de repensar una nueva Educación Nacional, se da en un momento trascendente e inédito. Nunca antes en la historia republicana de estas Hibueras se había visto una iniciativa semejante en donde se juntan actores gubernamentales y no gubernamentales para semejante y justo atrevimiento. Nos encantaría saber si esta última afirmación es incorrecta o no.  

La frase de arriba que trasunta dudas, en principio convoca a otras, no menos inquietantes y hasta incomodos: ¿Necesitamos otra educación para Honduras? O, ¿necesitamos otra Honduras para otra Educación? ¿para qué? ¿con qué? ¿Cómo es la cosa?

Hasta ahora, el grupo ínter institucional interpelado, por lo menos está prevenido ante una verdad monda y lironda: la educación por sí misma, o solo ella, no es la varita mágica para re “refundar” ningún país. Con todo, este grupo ya da señales de signos vitales. Su producto principal inmediato es un documento base en marcha, de lo que consideran debe ser una propuesta educativa para “refundar el país”. Al momento, esbozaron lo que conciben como los lineamientos generales básicos de un macro proyecto y que lo conoceremos en este año, si todo sale bien. ¡Si no hay un “pelo en la sopa!”  Sobre el particular, esta es su primera afirmación, (de nueve, que alcanzamos a ver: “La Educación (…) debe ser (…) promotora de un nuevo modelo de país”. ¿Qué le parece? Con este este primer vistazo, nos dicen con claridad dos cosas claves: primero, que el modelo de país que tenemos no nos gusta para nada, y que el educativo… ¡peor!; esto, en su mejor síntesis, nos grita: ¡hay que cambiar el país y el modelo educativo también!

Es redundar, pero todavía, en pleno siglo XXI la humanidad entera, y más, la hondureña, padece de una “educación” con resabios semifeudales; incluso, sin superar propuestas liberales burguesas que surgieron luego del estallido de la Revolución Francesa en 1789, como los que crearon el método lancasteriano y que por cierto, impulsaron en nuestro continente, los libertadores Simón Bolívar en América del Sur y Francisco Morazán (“la educación popular es el alma de las naciones libres”), cuando éste último fue  Presidente de la República Federal de Centroamérica. Ambos como sabemos, escandalizaron con sus ideas libertarias a los conservadores de siempre. 

El modelo educativo autoritario que tiene la humanidad entera, y con ella, la hondureña, no hace falta decirlo, es anacrónico y perverso porque no procura la formación de seres pensantes ni crea condiciones para la libertad y felicidad.  Es un fracaso, entre otras, porque el paradigma en que se sostiene, NO toma en consideración que la producción de todo conocimiento solo es posible y es más exitoso, es decir transformador, cuando se crea, y recrea, partiendo de las realidades, así como de las necesidades más sentidas del que aprende, junto al que enseña. Y de aquí a las comunidades enteras.

Es un fracaso porque privilegia la formación de personas competitivas, lo que no es malo si tan solo se hablase de la superación educativa para la invención de tecnologías que faciliten digno empleo, el trabajo productivo para la alimentación y que erradiquen el hambre; que promuevan la paz y la democracia de los hondureñitos (¡sin despectivos eh!) y no para que sirva para que continuemos mentalizados en destruir el medio ambiente, fomentar y afianzar el machismo patriarcal; que desatiende la recuperación de la memoria histórica de nuestro pueblo , que descuida  el sentido de pertenencia a una patria que debemos amarla  hacerla nuestra. En fin, esta educación “al revés” parafraseando a Galeano, es un chasco horrible de la cual hay que salirse en cuanto podamos; hay que hacerlo como cuando a Uds. le ponen sal o limón sobre una mortal herida o, para bromear: ¡cuando le ponen una brasa bien encendida y rojita por aquellos lados!    

 

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