Por: Víctor Ramos
Se ha demostrado., una vez más, lamentablemente, que aquí hay dos países: un país virtual y un país real […]. El país virtual montó una conspiración, con el desespero de la aventura, irrespetándolo todo. Pero el país real finalmente se impuso. Hugo Chávez. Alocución al pueblo en El Palacio de Miraflores, cuando recuperó la presidencia, luego del golpe frustrado.
No fue de su agrado, para Los Estados Unidos de Norteamérica, el triunfo electoral del Comandante Chávez y la instauración de una revolución bolivariana en Venezuela. A pesar de haber ganado límpiamente las elecciones y de haber derrotado a la oposición en 20 ocasiones, los norteamericanos siempre le vieron como un tirano, como un ogro pantagruélico que ponía en peligro la seguridad norteamericana (vaya terrores nocturnos de niño mimado). Así lo consideraron los presidentes norteamericanos que ejercieron su mandato durante el régimen del Comandante Hugo Chávez.
A los norteamericanos no les interesa, no les ha interesado, ni les interesará que en un país hay democracia porque, precisamente las naciones y los Estados que han intervenido brutalmente, con saldo de asesinato de civiles y de destrucción, eran democracias electas libremente por sus respectivos pueblos o triunfadoras de movimientos revolucionarios en contra de atroces dictaduras.
Porque Los Estados Unidos, en vez de democracia, lo que buscan en este subcontinente, considerado por los yanquis como su patio trasero, es el aseguramiento de los recursos nacionales de nuestros países, para explotarlos inmisericordemente y dejar a los pueblos en la lipidia total.
Don Fruto Chamorro, presidente de Nicaragua fue destituido por influencias de Vanderbilt, para apoderarse de la ruta del Canal; el gobierno democrático de Árbenz fue derrocado por los Estados Unidos, con el contubernio de la OEA y la comparsa de gobernantes sometidos de América Latina, porque el régimen guatemalteco se proponía realizar un reforma agraria con las tierras ociosas de la Tela Rail Roas Co.; a México le arrebataron gran parte de su territorio porque en esas tierras hay petróleo y oro (Texas y California); a Colombia y Panamá.
Los Estados Unidos le arrebataron la Zona del Canal e invadieron Panamá para destituir a Noriega, no porque fuera narcotraficante, quien en todo caso realizaba esta actividad en contubernio con funcionarios norteamericanos, sino porque se negó a devolver el canal recuperado por Torrijos; Cuba ha sido objeto de múltiples y criminales agresiones por parte de USA y actualmente recibe amenazas y el bloqueo criminal no se suspende.
En República Dominica fue derrocado el presidente Juan Bosh, electo democráticamente; en Honduras, los norteamericanos propiciaron los golpes en contra de Ramón Villeda Morales y de Manuel Zelaya Rosales, ambos eran presidente electos democráticamente también; en Nicaragua montaron la provocación de la contra para derrocar al régimen sandinista y han vuelto, en este año recién pasado, a escenificar una acción violenta y criminal para derrocar al presidente Ortega, elegido en elecciones; el presidente Allende fue derrocado sangrientamente por Los Estados Unidos, a pesar de que era un presidente democrático, escogido por su pueblo; lo mismo pasó con el presidente Collor de Mello, en Brasil, con Bishop en Grenada.
Hay, por supuesto mucho más que contar, ahora se han propuesto botar al presidente legítimo de La República Bolivariana de Venezuela. Bueno, no ahora, la revolución bolivariana ha estado bajo la amenaza permanente de Los Estados Unidos desde que el Comandante Hugo Chávez asumió, por vez primera, la Presidencia Constitucional. Para los yanquis todas las elecciones que han ocurrido en Venezuela son fraudulentas, menos la que ganó la oposición para elegir la Asamblea Nacional.
El malestar de Trump, y antes de Obama, no es que quiera en Venezuela una democracia, sino que pretende recobrar el petróleo que la revolución arrebató a las empresas petroleras yanquis. Ese es el quid del asunto. Esa es la razón de la desesperación que ha llevado al Mr Trump a salirse de sus casillas y a usar un lenguaje totalmente al margen de las leyes internacionales, del principio de autodeterminación, de la no intervención y de la no injerencia en los asuntos internos de otros países.
El su último discurso, frente a los renegados cubanos en Miami, Mr. Trump volvió a rabiar en contra de Venezuela: llamó a los militares a rebelarse, advirtió a Nicaragua y a Cuba de que sus regímenes también estaban en la mira de su prepotencia. Para asegurarse el cumplimiento de sus deseos tormentosos, trajo a la acción a Elliot Abrams, ex convicto en Los Estados Unidos de América por mentir ante el Senado y por elogiar, como acción justa, la masacre realizada en contra de civiles, mujeres y niños en el Río Sumpul, cuando la guerra en El Salvador.
Como no encuentra forma de entrar en Venezuela para derrocar el gobierno legítimo de Maduro, volvió a la misma artimaña del golpe de Estado en contra de Chávez: creo un país venezolano virtual, gobernado por un presidente virtual, sumado, ipso facto, a la manada de perros falderos del Grupo de Lima.
En su arrogancia sin par, Mr. Trump, amenaza a Venezuela, a Nicaragua y a Cuba; más tarde tendrá en mente ir tras Bolivia y contra el régimen de Andrés López Obrador. Se ha propuesto, a como dé lugar, de manera abusiva, entregar, disque ayuda humanitaria en Venezuela, en contra de los deseos del gobierno Bolivariano, y al sainete se suman el presidente de Colombia, ligado el investigado por la justicia colombiana, expresidente Uribe; el presidente Bolsonaro, fascista aquejado de cáncer, y el presidente impopular y represor de Chile, más algunos payasetes euro diputados de la extrema derecha española que pretenden entrar al territorio español, a como dé lugar, como si de Capitanes Generales de la Conquista fatídica se trataran.
La ONU no saca el diente para poner en orden al gobernante yanqui que se ha autoproclamado el gendarme del mundo, el que califica si la ideología de un gobierno es justa o no, el que puede disponer de los recursos de otras naciones colocados en su sistema financiero, el que puede apoderarse de las empresas de otros países, el que inventa presidentes y obliga a sus falderos compinches de la América Latina sumarse a sus deseos, so pena de recibir severos castigos. La OEA, Ministerio de Colonias de Yanquilandia, está medita en el asunto de manera desvergonzada, como en ocasiones anteriores.
El Presidente Maduro ha dicho que no permitirá el atropello a la soberanía de Venezuela. El Ejército Bolivariano Venezolano también ha jurado defender el territorio nacional bolivariano. El pueblo venezolano y bolivariano ha salido a las calles para respaldar a su gobierno y para repetir que está determinado a morir en defensa de su patria. Los milicianos se entrenan aceleradamente para enfrentar el peligro. La gran mayoría de los países del mundo, incluidas las potencias de Rusia, China, Irán, Corea del Norte y Turquía, y el clamor mundial, ha advertido a Trump de las serias consecuencias que acarrearía una intervención militar.
Pero Trump tiene entre ceja y ceja el asunto de Venezuela. Sigue embobado con su Venezuela virtual y su presidente virtual. Trump, al mancharse de sangre de los venezolanos enfrentados a la alevosía de la que pretende ser la gran democracia del mundo, hará valedera, nuevamente, la frase de Hugo Chávez: “El país real [La República Bolivariana de Venezuela] finalmente se impuso”.