viernes, noviembre 15, 2024
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Fragmento del Libro “Historias No Contadas De Rock”

Por: Alex Palencia

El movimiento hippie fue la primera manifestación social en la época moderna de occidente en promulgar conceptos ambientalistas, la vuelta a la naturaleza y el vivir en armonía con el entorno; de allí nace su amor y devoción para con las flores y su compromiso de lucha pro de los derechos civiles en las marchas hacía el capitolio de Luther King en 1963. Además ellos mostraron una perenne solidaridad con el pueblo cubano en su proceso de transformación revolucionaria, siendo manifiesta su protesta sostenida y permanente contra la política guerrerista del gobierno de los Estados Unidos en el mundo. Así como determinante fue su influencia en los acontecimientos desarrollados por los estudiantes y obreros, en la revuelta de mayo de 1968 en Francia. De ellos es además la reivindicación por el derecho a la libre sexualidad y a disponer sobre sus propios cuerpos.

En fin, el hipismo fue un movimiento social contracultural revolucionario de los jóvenes contra el orden de cosas establecido de los viejos. Y que fue una lástima que este movimiento al final terminara agrietado por la indigencia, la violencia, el robo, las drogas y una ingenua pseudoreligiosidad influenciada por el misticismo oriental, opuesto a la concepción totalmente diferente de las relaciones entre individuos lograda gracias a la acción de sustancias alucinógenas naturales, como la mariguana, los hongos, el peyote y el yagé, utilizados por las civilizaciones precolombinas. Esta combinación de concepciones tan diferentes, como las orientales y precolombinas adoptadas por los hippies, más la conspiración del Estado utilizando los medios de comunicación de masas, llevaron al movimiento a un callejón sin salida, y que al final terminó sin respuestas a los grandes desafíos planteados.

Contrario a lo que se pueda pensar, la música que nació en esos días de las flores en San Francisco, antes de que la amapola los enajenara, esa resonancia que se conoció después como el sonido de San Francisco: no era cursi, tampoco dulzona, empalagosa, estereotipada, incolora, y aburrida; todo lo contario, era música abigarrada, enérgica, vigorosa, estridente, desgarrada, densa, delirante, acida, frenética, y subversiva. ¿Qué tendrían aquellas flores, para inspirar una música así?

Por esos días muchos artistas llegaron de todas partes siguiendo los rumores de que algo importante estaba pasando en la ciudad de las flores; desde Londres, The Flowerpot Men (Los Hombres Del Florero) cantaban «Let’s go to San Francisco» («Vayamos a San Francisco»). Nuevas cosas nacen y hacen resplandecer la música en la ciudad de playa y sol: allí surge 1967 la frecuencia modulada o radio FM (mejor transmisión, mejor sonido); es en esta época que aparece en este mismo lugar la revista profesional sobre crítica de rock, “la Rolling Stone”.

Al mismo tiempo que se producen grandes eventos al aire libre. Así el rock; sale de la oscuridad de los viejos teatros del Avalon y Fillmore, donde ya para entonces había nacido toda la parafernalia del rock: humo, luces, pantallas multimedia, equipos de audio de alta potencia, efectos especiales. Pero pronto el rock se hartado demasiado de todo eso y regresa al lugar de sus ancestros; el campo. Grandes conciertos con artistas emblemáticos se llevan a cabo en espacios abiertos y campestres en varias partes de Estados Unidos. Así aparecen; los festivales de Monterrey, Newport, Miami, Atlanta, Atlantic City y Woodstock.

En la ciudad de las flores no había lugar para puristas de ninguna clase. La banda sonora del movimiento del «flower power» bien podría ser: una canción de jazz, una raga de la india, un blues del delta, un alegre mambo cubano, una fuga de Johan Sebastián Bach, un guapango mejicano, un bossa brasileño, una alegre canción irlandesa o bien todas ellas metidas en un solo saco. Desde el principio de la década de los 60, y en términos artísticos culturales; el cielo era el límite en la ciudad de San Francisco. El movimiento contracultural hippie estaba a la vanguardia en el mundo occidental de las expresiones artístico musicales.

“Creo que esto es una revolución tribal, una revuelta juvenil contra los media, el gobierno y la maquina”, Barry Melton (guitarrista del grupo Country Joe and The Fish) grupo conocido como uno de los pioneros del sonido de San Francisco.

“Fue un período marcado por la búsqueda frenética de cambios radicales en instituciones, alimentado por las necesidades instantáneas de la primera generación de la televisión. Habíamos sido golpeados por la muerte de Kennedy, educados por los Beatles y lanzados al crisol de San Francisco. Fue más que un movimiento musical. Sabíamos que había algo fundamental que no funcionaba y, por alguna razón, decidimos hacer algo drástico al respecto”. Paul Kantner, de Jefferson Airplane, 1985.

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