viernes, julio 26, 2024

JOH metiche

Por: Víctor Manuel Ramos

El próximo 10 de enero, el Presidente Nicolás Maduro Moro tomará posesión de su segundo mandato, obtenido en elecciones en las que han participado los partidos de oposición y que ha ganado con un gran margen.

A ese acto legítimo y soberano de la República Bolivariana de Venezuela se opone Trump y su Secretario Interventor Pompeo y para fortalecer su posición ha llevado a una reunión en Lima, la Ciudad en la que ocurrió la histórica reunión entre los libertadores Bolívar y San Martín, a los mansos presidentes agrupados en el Grupo de Lima, un grupúsculo de mandatarios sin coraje, ni dignidad, mandaderos del poder imperial y enemigos de sus propios pueblos.

Algunos de ellos enredados en tremendos líos: el de Colombia hace oídos sordos al asesinato de dirigentes sociales y exguerrilleros, el de Brasil trata a los indios como basura, el de Guatemala atropella a la CICIG porque esta le acusa de utilizar fondos fraudulentos para su campaña electoral, el de Argentina jefea una banda que ha arruinado la economía de ese país y la de los pobres, el de Chile perseguidor de los Mapuches, y el de Honduras –Guaymurolandia- elevado al puesto tras una serie de delitos en contra de la Constitución cometidos por el mismo y luego del fraude el electoral.

Pero ríanse los lectores. ¿Qué pretenden estos borregos falderos del Grupo de Lima? Pues ni más ni menos que Maduro entregue, así como lo leen, mansamente el ejercicio de la presidencia a la Asamblea Nacional, declarada en desacato, que renuncie a tomar posesión so pena de que le aplicarán la Carta Democrática de la OEA, el bloqueo económico -como con el que han agredido a Cuba- y muchas amenazas más que nos hacen recordar el triste papel desempeñado por la OEA –hoy grupo de Lima- cuando se agredió cobardemente a Guatemala para aplastar su proceso revolucionario en favor de los pobres y de la dignidad nacional.

Maduro ha respondido como corresponde al presidente de una nación rebosante de dignidad y ha llamado a los presidentes del Grupo de Lima como metiches, es decir personas que meten las narices en donde no están autorizados. Y es así, porque ningún gobierno puede intervenir en los asuntos internos de otro Estado, ni puede –por ningún medio- decidir los destinos de un pueblo que tiene su propia soberanía. Así lo ha reconocido Andrés López Obrador, el digno presidente del nuevo México arrancado a la pandilla corrupta que ha gobernado ese valiente pueblo.

Pues entre esos metiches, lastimosamente para los guaymurolenses –eso de hondureños no me gusta porque Honduras es un nombre despectivo que se ajusta, eso sí, al abismo en que estamos gracias al actual presidente usurpador-, se encuentra nada menos que el señor Juan Orlando Hernández, quien llega al poder, lo repito, producto de varias violaciones a la Constitución y por un fraude electoral.

JOH no solo es metiche porque Honduras no tiene ninguna potestad para intervenir en lo que corresponde a los venezolanos –así lo manda la ley internacional-, sino que tiene cola que le pisen y por tanto debería estar con la boca cerrada. Así evitaría las moscas que le rondan, porque el pueblo de Guaymuras está al borde de la insurrección, en apego al derecho que da la Constitución y la valentía de los catrachos.

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