viernes, julio 19, 2024
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La mentira tiene patas cortas

Por: Alex Palencia

Cuando vemos sentado a Juan Orlando Hernández presidente material de Honduras (nuevo título que las Naciones Unidas le ha dado al no poder justificar la inconstitucionalidad de la reelección del mismo),

nos parece un hombre alto, pero solo es una ilusión óptica, producto de una condición genética que en la tradición cultural del pueblo le llamamos “el mal del Tordo” (persona que tiene el tronco mucho más largo en relación a las piernas), así pues; cuando el hombre se para, y lo vemos en toda la extensión de su estatura, “el hombre grande que hemos visto sentado, en realidad es un hombrecito”. Pero el susodicho no solo es pequeño de estatura también es un “mentecato”, y como buen cachureco piensa taimadamente que nos puede engañar fácilmente.

Actualmente y para contrarrestar la avalancha de desaciertos, mentiras, conspiraciones, corrupción y narcotráfico, el gobierno cachureco del partido Nacional de Honduras dirigido por el susodicho Juan Orlando Hernández (alias JOH), disfrazando la verdad o sea; mintiendo disimuladamente de nuevo al pueblo hondureño, a quien obviamente subestiman, han aprobado junto a la dirigencia de los diferentes sindicatos del país, quienes se han prestado una vez más a conspirar junto a la oligarquía nacional la cual ha mantenido secuestrado el Estado Hondureño durante décadas, gracias en parte a esa complicidad de estos dirigentes sin escrúpulos que en vez de representar los intereses de los trabajadores; dan la espalda, se agachan mientras abren las piernas y se venden al mejor postor. Así pues; este gobierno de JOH como una panacea carea ahora un supuesto aumento al salario mínimo del 38%, hecho que nos lo quieren vender como una gran conquista de los trabajadores y un gran aporte del actual gobierno.

Nada más alejado de la realidad si vemos con los ojos abiertos y siempre bajo la sospecha de que vivimos en un gobierno dictatorial que responde a intereses ajenos a los de las grandes mayorías del pueblo, fácilmente nos damos cuenta en que consiste la trampa o conspiración. Pues bien, si analizamos el tal 38% a cinco años como se planteó en dichas negociaciones, nos enteramos que en realidad el aumento anual es de un pírrico 7.6%, y no del tal 38% como se vienen asegurando por JOH y su pacotilla de achichincles. Ahora compuestos además de sus funcionarios públicos y militares por: pastores o apóstoles, representantes de la “sociedad civil”, y dirigentes sindicales, definitivamente y pese a todo el circulo de complaciente y permisiva adulación se ha ampliado.

Si un obrero ganaba 6,000 lempiras ahora ganara 6,402 lempiras y no más el 38%, que serían 8,280 lempiras, el que ganaba 7,000, ganara ahora 7,409 y no 9,660 que sería más el 38%, y el que ganaba 7,500 ganara 8002.5 y no 10,350 lempiras que sería el real 38% . Ha todo esto habría que agregar el desbalance que ya existe de la canasta básica en relación al actual salario mínimo, que en nuestro país anda en alrededor de 8,326 lempiras siendo la segunda más cara en la actualidad del continente americano. Se estima en un incremento de 315.75 lempiras el aumento entre el año 2017 y el 2018 de la canasta básica. Siguiendo esta lógica está dentro de cinco años rondara en los 9,904.75 lempiras contra el salario mínimo que será de más el 7,6% o el 8% y según el mismo gobierno sería de 10, 266.25 lempiras. Todo esto por supuesto, no contempla la devaluación sistemática y constante del lempira frente al dólar, lo cual hará más grande el desbalance entre el salario mínimo real y la canasta básica, más los costos de los de más servicios básicos de: energía, agua, salud, educación, vivienda y transporte.

Claro, los mercaderes están contento, pues como decía mi abuela: “han hecho su agosto”, como siempre, ellos sacan ventaja de su relación oligárquica con el Estado, que hoy más que nunca se encuentra secuestrado por una mafia muy bien estructurada que dispone y decide sobre políticas públicas, el salario mínimo que de todas formas es indignante, es solo una de tantas cosas de las cuales ellos tienen absoluto control.

Tenemos claro que el tal salario mínimo es un concepto capitalista a través del cual el obrero gana lo indispensable para sobrevivir con lo estrictamente necesario, esto quiere decir que recibe un salario que le permite medio comer, transportarse en condiciones deplorables, y al final tener un oscuro y lúgubre lugar donde tender sus huesos. Solo para estar dispuesto al siguiente día, a seguir el vía crucis de una existencia infrahumana a modo de esclavitud disimulada, dentro de un demagógico sistema de gobierno de democracia representativa, que está diseñado para explotar la mano de obra barata de miles y miles de hombres y mujeres, que poco a poco en nuestro país en las últimas décadas, han quedado desamparados ante el sistema que los oprime.

Atrás quedaron las luchas reivindicativas de los sindicatos que de alguna forma defendían con todo los intereses de los trabajadores; después de la huelga de 1954, evento que redefinió la vida del pueblo hondureño, donde se definió: la jornada laboral de ocho horas, pago de horas extras, vacaciones, cesantía, seguro, prenatal, contrato colectivo y prestaciones. Demandas que tuvieron éxito, pese a la oposición del gobierno subordinado a los intereses de las compañías bananeras norteamericanas afincadas en nuestro país desde 1876, fue a través de una huelga que duro entre 69 y 72 días, que los obreros pudieron gracias a sus incaudicables posiciones y a su visión gremial de no ceder ante la extorsión, las amenazas y la represión del Estado a través de sus entes policiales. Fue la época en que la mayoría de los sindicatos eran coordinados por el partido Comunista Hondureño (PCH).

Luego se introdujo por la oligarquía y la embajada de Estados Unidos la corriente sindical de ese país la cual es permisiva con el patrono. Después a finales de los 80´s y principios de los 90´s los pocos sindicatos beligerantes que quedaban fueron asaltados, se les montaron directivas paralelas financiadas y promocionadas por el Estado, hasta que lograron descabezar y desmontar todo vestigio de resistencia laboral a las imposiciones laborales arbitrarias de los patronos.

Hoy día vemos un movimiento sindical de rodillas frente al patrono, y al Estado que sigue subordinado a los intereses económicos de la vetusta oligarquía nacional y a los intereses de los grandes centros de poder económico internacional, que con su nuevo disfraz capitalista de libre mercado o neoliberalismo avasalla las pírricas economías nacionales y acorrala al Estado convirtiéndolo a la mínima expresión, sosteniéndolo solo como un instrumento para legislar y legitimar la explotación y el saqueo de todo lo que pertenece a la nación hondureña. Mas como la mentira insistimos tiene patas cortas, y como dice el dicho del pueblo: “entre el cielo y la tierra no hay nada oculto”, todo se sabe cuándo vemos con los ojos abiertos.

Villa de San Miguel de Minas de las Heredías

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