Por: Felix Cesario*
Desde que tengo uso de razón, y usando la lógica del avance de los fenómenos sociales en este país. A esta altura de mis años, insisto en preguntarme ¿Es un negocio la política en Honduras? Y esta interrogante es válida hasta el sol de hoy, mientras persista el por qué cada cuatro años surgen nuevos millonarios y más ricos en un país tan miserable como el nuestro.
Después de tantos años vividos ya, de ver cruzar y pelearse la silla presidencial los militares, políticos con pésimas o no tan malas intenciones, los escuadrones de la muerte, los impulsores del neoliberalismo en fin… después de tanto tiempo, la conclusión a la que llego es porque desde el Estado se financian las campañas de los partidos políticos en los procesos electorales. Por eso es que desconocidos “personajillos” del patio, tras ser diputado, alcalde y cumplir su “agotadora labor de servir a la patria, por amor a la democracia”, es un nuevo adinerado en los pueblos, departamentos y ciudades.
Si la democracia es un acto de libertad universal, y si en países más desarrollados que nuestra nación, cada candidato debería costearse su participación a cargos de elección popular. Honduras continua siendo un contraste perpetuado por quienes los tinta azul, rojo y uno que otro color minoritario, firma el cheque pro mantener el actual orden –al revés- de cosas.
Hemos afirmado que, en Honduras no ha existido educación política como sistema que perfeccione la democracia. Lo que ha imperado en estos “baños de democracia” es la fanatización política desde hace más de dos siglos. Y esto ha contribuido a degenerar al Estado y ver a los “personajillos del patio” los que hacen “dinero fácil y rápido” es tirarse -o que lo empujen- al negocio de la política para hacerse de buen carro y casas en zonas privilegiadas.
Y es más grotesco el “oficio agotador de ser parlamentario”, donde en esta caverna llamada Congreso Nacional, deambulan ciertas momias “miserablemente eternas” que por rumiar, se les declara pomposamente “diputados vitalicios” con su respectivo sueldo.
Pienso que debe de crearse la cátedra de Introducción a la Política, desde las escuelas hasta en las universidades; para que el pueblo tenga conciencia de lo bien que hace a los pueblos un ciudadano con plena conciencia de la educación política.
De esta manera, cada hondureño y cada hondureña que ejerce el sufragio o el derecho al voto, tenga conciencia que, al ejercerlo o votar, está pagándole a los políticos comerciantes 39.20 lempiras. Hasta mayo de 2018, el Tribunal Electoral entregó más de 190 millones de lempiras a los 11 partidos políticos que participaron en las elecciones de noviembre de 2017, donde fue ILEGALMENTE puesto en casa Presidencia, Juan Orlando Hernández.
Esta deuda es la suma de los votos reconocidos por las autoridades de la caja chica de un Tribunal Electoral que lo ha mal llamado “Deuda Política”. Es decir que, si un “X” candidato obtuvo un millón de votos, multiplique ese número de votos por 39.20. Así es como el partido acumula su “deuda política” de millones pagados por el Estado. Mientras afuera, en las calles, en los bordos de los ríos, en las comunidades donde el sol es ya un acto para su defensa, el debate es entre la miseria y la indigencia.
Un día, nuestros y nuestras compatriotas, con educación política (que ya existen ejemplos de ciudadanía con educación política y no debemos pasarlo por alto) que dejarán de ser cómplices del negocio en que han convertido la política y las esperanzas populares con sus mercaderes partidarios. Reiteramos en que un pueblo educado políticamente, no es presa más de quienes ya conforman la mafia de la política.
Un amigo mío, el Escritor Armando García, me comentó al calor de una taza de café lo siguiente: “Algunos politiqueros de este país, en lugar de inscribirlos en el Registro Nacional de las Personas, deberían inscribirlos de un solo en el Presupuesto General de la Republica, por mamones y usureros”.
“La patria es ara no pedestal”, Reafirmando lo dicho por ese independentista y héroe cubano José Martí.