Por: Juan Almendares Bonilla*
No tenemos poder, no estamos en el gobierno, no tenemos multinacionales, no dominamos las finanzas especulativas. No tenemos nada de eso. ¿Qué es lo que tenemos entonces para oponernos? Nada más que la conciencia.
José Saramago.
Con profundo amor al pueblo hondureño, dirijo esta carta abierta a toda la nación, con el propósito de manifestar el intenso dolor que sentimos por la muerte y condiciones paupérrimas que sufren históricamente y que ocurren a miles de familias, obligadas a migrar del campo a la ciudad y del país a Estados Unidos de América y a otros países del mundo.
Se suman situaciones de precarización de la vida del sistema de salud, vivienda, educación, transporte; agravamiento de las condiciones ecológicas y climática, así como la coexistencia de un Estado policial-militar, persecutorio, con extremos niveles de corrupción y violación de los derechos humanos y ambientales, que se fundamenta en una economía política, neoliberal, caracterizada por una geopolítica militar, dominada por tratados comerciales desiguales y hegemónicos con el imperio del norte.
Los sectores más golpeados: los explotados, oprimidos, pobres, mujeres, niños y niñas, los indígenas, garífunas que son objeto de racismo, intereses clasistas y el colonialismo interno que ha gestado la oligarquía y los grandes intereses del capitalismo salvaje que ha impactado en mayor grado a la clase trabajadora, despidiendo durante la pandemia del COVID 19, a más de un millón de trabajadores, con mayores daños a las micro y medianas empresas, protegiendo los intereses del capital transnacional. Los trabajadores de la salud, tanto médico, enfermeras, microbiólogos y técnicos, son objeto de desempleo, retraso en el pago de salarios, falta de medidas de seguridad, situación que ocasiona una alta morbilidad y mortalidad en profesionales y técnicos de la salud.
Hacemos un público reconocimiento, al compromiso solidario que ha mantenido la Junta Directiva del Colegio Médico de Honduras, presidida por la colega Suyapa Figueroa, el vicepresidente Samuel Santos y todos los integrantes de este cuerpo de dirección que han luchado intensamente arriesgando la vida por expresar la verdad ante un gobierno violador de los derechos humanos.
Su posición ha sido ética, valiente y honesta, insobornable, digna y defensora de la vida y la salud del pueblo hondureño, su misión y filosofía se puede sintetizar en la salud como un derecho humano y en la defensa de la salud frente a la política corrupta e inhumana del neoliberalismo, ideología y práctica que considera como un dios al mercado totalitario y a la salud como una mercancía.
El Colegio Médico, organizó en su seno equipos voluntarios de alerta SOS, que se desplazaron por la vía aérea y automovilística a zonas muy alejadas del país, para transportar colegas y otros enfermos que estaban en condiciones extremas de sobrevivencia, a pesar de que durante estos servicios sufrieron contaminaciones virales, y traumas durante los cuales han arriesgado la vida la mayor parte de directivos, ex directivos y delegados regionales del Colegio Médico, tales como: Suyapa Figueroa, Samuel Santos, Claudia Ramírez, Elga Codina, Ligia Ramos y otros.
Se destaca la Asociación de Enfermeras, tanto como profesionales y auxiliares quienes han cumplido una labor extraordinaria en los diferentes centros hospitalarios.
Se estima que más de 70 médicos han fallecido a causa de COVID 19.
En relación con lo anterior, se considera que la salud pública en Honduras no tiene que ser una mercancía y debe de ser des mercantilizada y despojada de corrupción.
La multienfermedad, tiene su fundamento en la desigualdad, la corrupción, el aumento y gasto en armas, la disminución de los gastos sociales en salud, vivienda, educación, transporte y todo el proceso de los desastres ecológicos que se derivan de la corrupción, destrucción de la biodiversidad, la explotación minera, la destrucción de los bosques y montañas, transgénicos, así como la inversión de mega proyectos hidroeléctricos con múltiples represas y otras inversiones turísticas que desalojan a los pueblos indígenas, Garífunas, Misquitos, Lencas, Tolupanes, Tawahkas, Pech, comunidades campesinas, Guapinol, Plataforma Agraria y toda la agroindustria de las empresas transnacionales que han utilizado los cuerpos militares y policiales para secuestrar, torturar y asesinar a los defensores del medio ambiente y del agua.
A todo lo anterior se suma el enriquecimiento de las empresas del complejo industrial farmacéutico mundial que se ha enriquecido con el uso masivo de medicamentos y la expropiación de las antiguas farmacias e industrias nacionales.
En todos estos procesos, han sido violadas las leyes laborales, sobre todo el código de trabajo con la creación del trabajador por hora y los despidos frecuentes sin prestaciones.
Ha estado ausente una ciencia crítica de la academia que ha respondido más al modelo neoliberal y a la gran empresa transnacional; ha prevalecido una ciencia sin conciencia. Por lo tanto, se ha omitido el pueblo, los movimientos sociales, las organizaciones populares, sobre las grandes discusiones referentes a la economía del país que ha estado dominada por los intereses capitalistas.
No hay salud sin democracia económica, sin derechos humanos y sin respeto a los derechos de la madre tierra.
En consecuencia, se debe construir una democracia real, con una salud y educación sin intereses mercantiles y cuyo gobierno esté libre de corrupción y se respete los derechos humanos.
Esta carta se hace extensiva a la humanidad planetaria porque el neoliberalismo es uno de los aspectos más crueles y degradantes y genocidas que vulnera a todos los seres humanos y de la madre tierra.
Por la vida y la hermandad del mundo y por una comunidad donde todos y todas podamos vivir y convivir.
Un abrazo fraternal y sórico.
*Médico, ex Rector de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), histórico defensor de los derechos humanos. Actualmente es el Director del Centro de Prevención, Tratamiento y Rehabilitación de Victimas de Tortura (CPTRT).