Tegucigalpa, Honduras | Reporteros de Investigación. Escapar o callarse, morir o parar en una celda de un temible presidio hondureño es lo que espera a las y los periodistas con la entrada en vigor del nuevo Código Penal este 25 de junio.
La prensa se plantea los desafíos de cómo será realizar investigaciones en este contexto de falta de libertad de expresión y en medio de la pandemia del coronavirus que está afectando los ingresos de los medios de comunicación.
Por otra parte, a pesar de los retos, algunas periodistas hondureñas se han impuesto en años recientes la tarea de fundar medios independientes que se han convertido en una luz en las tinieblas.
Para muchos y muchas profesionales de este oficio, hacer reportajes de investigación que vayan en contra de los dictados del poder de turno en Honduras equivale a enfrentarse a absurdas penas carcelarias y multas que sólo podría pagar un magnate de medios. Mientras esto pasa, el nuevo “Código de la impunidad”, como lo llama la última campaña del Consejo Nacional Anticorrupción (CNA), “protege corruptos, favorece violadores, beneficia extorsionadores y defiende pedófilos”.
En la contradictoria y peligrosa situación actual en Honduras, el periodismo parece haberse convertido en un oficio de locos audaces que coquetean cada día con la muerte o con la vida (si podemos llamarla así) detrás de las rejas.
“Ahora para mí va a ser muy difícil denunciar, seguir con las investigaciones”, dice una periodista hondureña que prefiere mantener en secreto su identidad para proteger su vida, “porque este nuevo Código va a tener repercusiones en contra de nosotros”.
Las repercusiones a las que ella se refiere abarcan desde multas de más de 500 días hasta penas de seis meses a un año en prisión solo por los delitos de calumnia e injurias.
Las y los periodistas de Honduras que todavía pueden seguir trabajando deben afrontar la posibilidad de enfermarse de coronavirus. Se cuentan hasta hoy 19 profesionales de la comunicación infectados, incluyendo camarógrafos y fotógrafos (12 en San Pedro Sula y 7 en Tegucigalpa).
Por otra parte, en medios corporativos y espacios informativos se reportan al menos 200 periodistas despedidos. Ahora no saben de dónde vendrá su siguiente plato de comida, mientras otro elevado número de profesionales de esta industria, según informes, han sufrido suspensiones de contrato, de pago de aguinaldo y de prestaciones, así como recortes de hasta del 50% de sus salarios.
«Los periodistas hondureños han sido fuertemente afectados por la pandemia de COVID-19, provocando el cierre de decenas de programas de noticias y espacios independientes, suspensión, despidos y fuertes recortes de salarios», dice Dagoberto Rodríguez, presidente del Colegio de Periodistas de Honduras.
La crisis en la industria periodística, agrega, se profundizó con la pandemia de COVID-19, creando un “efecto devastador” para los periodistas y sus familias.
Si a todos estos problemas sumamos el miedo causado por las nuevas reformas del Código Penal que amenazan con encarcelarlos o imponerles multas disparatadas, la angustia de los comunicadores en Honduras alcanza alturas inconcebibles.
“Es un panorama muy desconsolador al que nos enfrentamos, aparte de la desprotección e inseguridad al ser víctimas de ataques, de violencia, de ser asesinados”, agrega la periodista que se encuentra en el anonimato. Hoy está “preocupada” y “decepcionada” por el nuevo contexto en el entra en vigencia el nuevo Código Penal.
La comunicadora es una de las que reciben medidas del Sistema Nacional de Protección después de que ella y su familia fueron amenazados y perseguidos debido a sus investigaciones sobre los nexos de políticos con empresas de maletín utilizadas para el lavado de activos y con carteles de la droga para el enriquecimiento ilícito, entre otras.
Sus publicaciones han sido difundidas por varios medios internacionales incluyendo a Insight Crime, uno de los sitios especialistas en investigación y análisis sobre el crimen organizado.
Los números sirven para poner el miedo en perspectiva. Si la Misión de Apoyo contra la Corrupción y la Impunidad en Honduras (MACCIH), con 32 millones de dólares de presupuesto, no logró todos sus objetivos, “fue bloqueada por la élite política corrupta y al final la sacaron, pónganse a pensar qué nos espera a nosotros: la cárcel o la muerte”, señala la entrevistada.
Tiempo, dinero y profesionales calificados son elementos esenciales para hacer periodismo de investigación de calidad. Sin embargo, el nuevo contexto de la pandemia y la vigencia inminente del Código Penal han obligado a muchas y muchos periodistas a pensar en cambiar de profesión.
“Hacer periodismo de calidad tiene un costo elevado y los únicos que lo hacen son en su mayoría los medios independientes que no tienen pautas publicitarias. La empresa privada y el sector público no se interesan en ayudar a estos medios alternativos porque desde luego tienen intereses”, señala la periodista investigativa.