martes, octubre 15, 2024
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¿Honduras y Guatemala, tercer país seguro?

Por: Gerardo Torres Zelaya

El anuncio de que Honduras podría ser un tercer país seguro para cubanos y nicaragüenses, o que Guatemala pueda ser un tercer país seguro para los hondureños y hondureñas es de esas cosas que significan exactamente lo contrario a lo que anuncian.

Seguro debe haber una forma de llamar a los términos que son así. Tal vez las o los lingüistas o filósofos me ayudan. Yo no lo conozco, pero me imagino existe.
El término genera problemas en la cabeza porqué todos y todas sabemos que no somos un lugar seguro y me imagino que la mayoría sabe que no es una condición a la que se puede llegar por decreto. Entonces lo único seguro es que es una trampa.

Y lo es. Es una de las trampas más viles a las que se ha enfrentado está tan vilipendiada región. Se compara tal vez con aquellos que mataron a cientos de miles en nombre de la democracia o a quienes antes esclavizaron a millones en nombre de la fe.

El término formalmente proviene de la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951, que enuncia que si un Estado no puede recibir a un refugiado puede remitir a este o a esta a un Tercer País Seguro. Es decir, si yo no te podía recibir en mi casa, al menos garantizo que vayas a una casa segura.
La jugarreta viene del corazón profundamente racista de quienes están determinando las políticas migratorias de los Estados Unidos y que de ninguna manera van a aceptar la condición de refugiados de nuestros compatriotas que huyen de la violencia, de la miseria y del acoso de los regímenes que sus políticas intervencionista potenciaron, permitieron y apoyaron en la región.

Esto se debe a dos razones: la primera a que hacerlo sería aceptar el fracaso del modelo económico y político que exportan y segundo por qué no les importa la vida de esas mujeres, niños, niñas y hombres miserables que quieren ir a trabajar pero que ni de una jaula fría son dignos.

Entonces usando una convención que busca garantizar la dignidad de quienes huyen y piden refugio, se quieren inventar un tercer país seguro usando la lógica de la fuerza y hacer lo impensado sin importarles pasar por encima al derecho internacional.

La primera opción fue el vecino más cercano, pero ante la negativa de México de asumir las consecuencias de las malas políticas internacionales de los Estados Unidos en la región, entonces recurren a sus peones en Guatemala y Honduras. Mismos Estados que aceptaron por un par de monedas la aberración diplomática de mover su embajada de Tel Aviv, Israel a Jerusalén.

Ni Guatemala ni Honduras somos países seguros, ni tenemos condiciones para recibir gente que huye. Por qué (acá la lógica inversa del término y su significado que planteaba al inicio) la gente está huyendo de Honduras y Guatemala.

Hay que señalar fuertemente a los que andan celebrando creyendo que ser nombrado «país seguro» les puede dar nuevos fondos que robar. Pero no se trata de eso. Que les ajuste lo que se robaron de la Alianza por la Prosperidad y los otros programas que de poco sirvieron a la región. Que de mucho le sirvieron a los corruptos de siempre.

Sólo la más horrenda perversidad puede pretender disfrazar de refugio a los mismos Estados expulsores. Pero está pasando. Y no hay que dejarse engañar.

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