Por: Juan Almendares Bonilla*
Una nación es una comunidad política extendida con la suficiente fuerza interior para persistir en la historia, materializarse en un territorio propio, en prácticas políticas y culturales soberanas, en la idea de un ancestro común y en la voluntad de un destino colectivo único.
Una nación existe cuando los connacionales, independientemente de donde estén y la condición económica que posean, creen en participar de una hermandad histórica de origen y de destino cultural, que han de traducirse, luego, en derechos que las diferencias de otras naciones.
En ese sentido es que puede decirse que la nación es una forma de riqueza materia, institucional, natural, simbólica y compartida.
La nación es, pues, la consciencia práctica de una frontera social e institucional en las que las personas inscriben sus luchas, sus creencias fundamentales y el futuro de su descendencia.
Las naciones son, por lo tanto, artefactos políticos-culturales vivos que se expanden y contraen, que se modifican internamente en su sustancia cohesionadora dependiendo de los sujetos sociales que liderizan, de manera duradera, la conducción intelectual y moral, el
“sentido común” (Gramsci) de todos los connacionales. Álvaro García linera (Democracia, Estado y Nación)
Excito a la juventud, que es llamada a dar vida a este país que dejo con sentimiento por quedar anarquizado, y deseo que imiten mi ejemplo de morir con firmeza antes que dejarlo
abandonado al desorden en que desgraciadamente hoy se encuentra” Francisco Morazán
Nos dirigimos, no solamente a la fuerza de oposición estructurada en partidos, sino a todo el pueblo hondureño que históricamente ha sido multifragmentado por los intereses hegemónicos “acorazados de coerción” representados por el destino manifiesto y la doctrina de Monroe y por el complejo militar industrial de Estados Unidos de América y los intereses de las empresas transnacionales que se reflejan en los tratados militares y comerciales entre Honduras y la potencia del norte.
Ante este sistema opresivo, nos hacemos las siguientes preguntas:
¿Existe un proyecto histórico de las fuerzas de oposición en el proceso para elegir las autoridades según la Constitución de la República?
¿Debe ser el objetivo principal e inmediato solo concentrarse en derrotar al presidente vigente o a transformar la naturaleza militarista y corrupta de la maquinaria del Estado?
Se debe de luchar por lograr una nueva constitución originaria y no derivada que no permita la representación nefasta indirecta de la mayor parte de diputados que aprueban leyes traidoras a la patria y que facilita la cínica corrupción, entrega de la soberanía, promueven la venta criminal de nuestros territorios, desde luego, existe una representación minoritaria de congresistas que son honestos y honrados.
El deseo de los sectores honrados, defensores de la vida y la dignidad morazánica, es tarea inmediata y urgente exigir la salida de las tropas norteamericanas y no permitir ningún servilismo de las mediaciones del pentágono y el Departamento de Estado para decidir quién debe gobernar a Honduras, al hacerlo, es traicionar los sagrados principios históricos de la soberanía alimentaria, cultural, territorial y la auto determinación de nuestro pueblo.
Algunos dirán que no hay tiempo para unir al pueblo, no hablamos de alianzas, hablamos de unidad de nuestro pueblo, y desde ya, debemos tener claro que solamente se puede lograr con sectores o personas que tengan una posición digna de no entregar nuestra soberanía a los Estados Unidos de América.
Segundo, que este movimiento presione al Congreso Nacional, para que sea derogada esa ley traidora sobre las Zonas de Empleo y Desarrollo Económico (Zedes) (Ciudades modelo). La misma constitución nos da el derecho como pueblo de la insurrección popular.
Los sectores del poder que dirigen este Estado policial militar, persecutorio, carcelario, corrupto y manejado por el Comando Sur y el Consejo Nacional de Defensa y Seguridad, deben exigirse su transformación, donde la prioridad sea el pueblo, donde se respeten los derechos laborales, donde la salud, educación, vivienda y el transporte no estén al servicio de los intereses mercantilistas y es imperativo que el dinero de la corrupción sea restituido al pueblo.
Por eso, el aparato hegemónico y coercitivo, debe cesar en sus funciones.
Rechazamos el monopolio ilegitimo y funcional de una fuerza militar que es mercenaria contra nuestro pueblo, el monopolio ilegitimo tributario donde pagan más los pobres que la oligarquía en términos relativos.
Condenamos el alto costo de una burocracia con misiones interventoras que con grandes salarios y privilegios han menoscabado profundamente la bioseguridad, las condiciones de vida de médicos, enfermeras y de todos los trabajadores de la salud, así como un profundo retroceso histórico en la educación, en las garantías y seguridad social, a tal grado que están promoviendo la venta de los territorios con las Zedes, arrancando en pedazos la nación, amparados desde sus posiciones burocráticas, no parecen que fueran hijos de Honduras, ni tienen idea del pensamiento de Francisco Morazán, ni tampoco son respetuosos de nuestras culturas indígenas, garífunas, campesinas. En síntesis, han favorecido a la acumulación originaria residual y terminal de un sistema capitalista neoliberal y agroindustrial que ha destruido nuestros ríos, montañas y que ha asesinado a líderes genuinos como Berta Cáceres, la desaparición forzada de los garífunas (OFRANEH) así como han contribuido al desplazamiento de los territorios ahora humillados en Roatán, Choloma, Choluteca por gánsteres empresariales de otras naciones que en nombre de la inversión, rompen con una supuesta ética empresarial, frente a la antigua ética, sencilla pero digna al amor profundo del terruño de nuestros pueblos.
Reafirmamos este capitalismo neoliberal no tiene conciencia ética, es un enemigo de la humanidad y la solidaridad internacional, por eso siempre exigimos la libertad de los presos poli1ticos, de guapinol, de los jóvenes reprimidos y asesinados con la guerra contra nuestro pueblo, así como Guapinol exigimos la libertad de Romel Valdemar Herrera Portillo, joven digno que sigue injustamente en la cárcel.
Ante toda esta situación, destacamos también el femicidio y la gran violencia que este régimen tiene con los derechos de la mujer.
Es este momento de unirnos todos., la oposición puede convocar al pueblo o el pueblo puede convocar a toda la oposición digna y no servil a los intereses foráneos.
En las fuerzas de oposición queremos dejar constancia que existen hombre y mujeres y sectores religiosos y políticos que aman y respetan y luchan por la soberanía de los pueblos, es tiempo de unirnos y de considerar que lo político es una característica del ser humano, el que no es político no es humano, porque precisamente es lo que permite al ser entender con mayor claridad que existen dos clases de relaciones, las relaciones con la naturaleza que son relaciones materiales entre los sujetos históricos como personas y la madre tierra y las relaciones que se dan entre los seres humanos y las sociedades.
Las transformaciones que se producen por los seres humanos, esa transformación que le permite lograr la emancipación social, el respeto a la vida, la dignidad, la convivencia en comunidad, nacional e internacional, tener esa claridad es la política, pero para tener una política y respeto a los derechos humanos se requiere la ética, es decir es fundamental una ética y una moral basada en valores de uso que respetan la vida y no solamente en valores de cambio que explotan la fuerza de trabajo del ser humano, es decir, que todo se aprecia en función de las fuerzas productivas del capital y no en función de la fuerza que contribuye esencialmente a una economía por la vida y la dignidad humana.
En consecuencia: tenemos que tener claro de nuestro compromiso de una formación política y ética para defender los intereses de Honduras y también defender la soberanía de nuestro pueblo y de todos los pueblos de América Latina y El Caribe.
Por lo tanto, hay que participar activamente, no hasta el momento que lleguen las elecciones en noviembre de 2021; tomar el poder político del país, para derrotar definitivamente a la maquinaria en los tres poderes del Estado. Es urgente la unidad de nuestro pueblo para cambiar la naturaleza del estado y las relaciones de dominación de Estados Unidos y sobre todo a largo plazo lograr una reforma constitucional a través de una asamblea nacional constituyente originaria.
En este nos preguntamos: en este marco de realidad actual ¿para qué vamos a celebrar 200 años de independencia?
Un abrazo fraternal y sórico a la juventud y a todo el pueblo de Honduras.
*Médico, ex Rector de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), histórico defensor de los derechos humanos. Actualmente es el Director del Centro de Prevención, Tratamiento y Rehabilitación de Victimas de Tortura (CPTRT).