Por: Víctor Manuel Ramos
Que yo sepa, hasta el momento no se ha descubierto ningún medicamento capaz de combatir el coronavirus COID 19 (Rusia acaba de anunciar que ha certificado un antiviral que dicen es capaz de contener la infección). De tal manera que quienes se curan y se reponen de un ataque de este temido virus, hasta ahora, lo hacen debido a su reacción inmunológica. Los médicos ofrecen, únicamente, es atención sintomática: aislamiento; tratamiento: de la fiebre, de las reacciones alérgicas, de las insuficiencia respiratoria, de los problemas de coagulación y de la nutrición adecuada y el suministro de líquidos y electrolitos necesarios para la vida.
En muchos lugares se especuló que tal o cual medicamento era eficaz para el control de la enfermedad pero, poco a poco, se ha ido levantando el velo de todos esos intentos de lograr medicamentos eficaces y la OMS ha dado las pautas para que se suspenda el uso de tales drogas que no han demostrado científicamente verdadera eficacia y que podrían, más bien, exponer a los enfermos a efectos colaterales con el costo de poner en precario la vida de los enfermos.
Trump y Bolsonaro, asumiendo el oficio de terapeutas y farmacólogos han hecho innumerables apuestas por medicamentos que no han mostrado ninguna eficacia. Los dos toman hidroxicloroquina (habría que saber si esto es cierto o una simple jarana). Trump incluso envió a algunos ciudadanos norteamericanos incautos a hacer gárgaras con cloro y con otras sustancias que condujeron a estos ciudadanos a ser atendidos en los hospitales por intoxicación.
Las empresas farmacéuticas que fabrican estos medicamentos, ponderados como el elixir que cura el COVID 19, han actuado con deshonestidad y han aprovechado la oportunidad para vender y vender, y llenar sus arcas, sin ningún miramiento a los términos éticos con que deben actuar. Otros, charlatanes, ofrecen plantas, reguladores del pH (recomiendan limón para subir el pH, cuando el limón por ser ácido más bien lo bajaría, pero que en realidad no lo hace, a menos que nos tomemos un galón de jugo), y una sarta de sandeces que más bien ponen en peligro la vida de las personas porque, por acudir a esos brebajes de falsa eficacia, retardan el ir al médico en la etapa en que podrían recibir una atención que les salve la vida.
El gobierno no se ha escapado de esa tentación. Por dos razones: una, tratar de ofrecer a la población falsas expectativas en relación con el tratamiento del COVID y la otra, permitir que activistas, parientes de funcionarios y funcionarios mismos se hagan, mediante la consuetudinaria práctica de la corrupción, de una jugosa ganancia a costa de la salud de los ciudadanos y de las arcas del Estado. Basta ver las denuncias aparecidas en la prensa.
Eso explica las compra, que según la prensa y algunos organismos de control se han demostrado no tienen sentido común (como la compra de hospitales inflables que aparecerán hasta el otro año) o la compra de sets de diagnóstico incompletos, mascarillas que aparecieron en manos de funcionarios para la venta, para sólo mencionar algunos ejemplos divulgados por la prensa y medicamentos de eficacia no comprobada.
Pero lo que me ha llamado la atención y que ha provocado que escriba este comentario es el anuncio que aparece en la prensa de hoy: Darán a las empresas el tratamiento MAIZ. Uno lee el reportaje y no es sino hasta el final que uno se desayuna y se entera de lo que significa el acrónimo MAIZ (uso de esta palabra del lenguaje precolombino inventado por muchos de esos que por el orbe proponen palabrejas nuevas para denominar lo que se ha hecho desde los principios de la humanidad y de esa manera aparentar que están inventando el agua hervida). Cómo no le ponen acento, más se parece a la acepción de los hondureños cuando dicen, de manera ofensiva: hijos del maiz. Así, sin acento.
¿Qué es MAIZ para los técnicos del gobierno? Macrodacyn, Azitromicina, Ivermectina y Zinc. El macrodacyn es un antiséptico que podría ayudar a eliminar el virus en manos y superficies, aunque en la descripción del medicamento no dice que sea efectivo en contra de los coronavirus, pero su función es similar a la del jabón y el alcohol; la azitromicina es un antibiótico eficaz en contra de bacterias que nada tienen que ver con los virus, la ivermectina sirve para combatir lombrices y otros parásitos y el zinc es un microelemento que se encuentra en los alimentos y que debe usarse con mucha precaución porque su sobredosis puede provocar serias alteraciones, incluida la muerte. Van aquí, algunos efectos colaterales de la azitromicina: Muy frecuentes: puede afectar a más de 1 de cada 10 personas: Diarrea. Frecuentes; puede afectar hasta 1 de cada 10 personas: Dolor de cabeza, Vómitos, Dolor abdominal, Náuseas, Alteración del número de algunos tipos de glóbulos blancos y bicarbonato en sangre. Poco frecuentes: puede afectar hasta 1 de cada 100 personas: Candidiasis, Infección, vaginal (vaginitis), Neumonía, Infección fúngica, Infección bacteriana, inflamación de la garganta (faringitis), Malestar estomacal (gastroenteritis), Falta de respiración, dolor en el pecho, respiración sibilante y tos (trastornos de la respiración), Nariz congestionada (rinitis), Reducción del número de glóbulos blancos, Hinchazón incluyendo manos y pies, Reacciones alérgicas, Pérdida de apetito (anorexia), Nerviosismo, Dificultad para dormir (insomnio), Mareos, Sensación de somnolencia, Cambios en el sentido del gusto (disgeusia), Sensación de hormigueo o entumecimiento (parestesia), Trastornos de la vista, Problemas de audición, Sensación de vértigo, Palpitaciones, Sofocos, Dificultad para respirar (dispnea), Hemorragia de nariz (epistaxis), Estreñimiento, Gases, Indigestión, Inflamación del revestimiento del estómago (gastritis), Dificultad para tragar (disfagia) y hay más. Muchos, si se fijan, son los mismos síntomas del COVID 19, de tal manera que podrían simular la infección vírica.
Todo esto se parece muchísimo a las medidas terapéuticas recomendadas por los clínicos y farmacólogos Trump y Bolsonaro, quienes incluso han destituido Ministros y Epidemiólogos que contradicen sus aventuradas propuestas.
¿Cuál es mi conclusión? Que se nos están dando atol con el dedo. Que las farmacéuticas que venden esos medicamentos están haciendo su agosto, sabiendo que no son eficaces en contra del COVID 19 y que el gobierno nos quiere dar falsas esperanzas y gasta el dinero del pueblo en fármacos de dudosa eficacia.
Señores: la única manera de evitar el virus es mediante las medidas preventivas; luego, si por desgracia nos enfermamos pues dependerá de nuestro organismo y de los cuidados sintomáticos que nos brinden los médicos si nos salvamos o nos morimos. Lo demás es ficción matizada de corrupción. Tegucigalpa, 31 de mayo de 2020.