Por: Alex Palencia.
Definitivamente estamos hoy en Honduras, frente al gobierno que más ha conspirado contra la soberanía del pueblo, vendiendo al mejor postor nuestros recursos naturales y los servicios básicos más elementales que una sociedad debe tener (salud, educación, agua potable, carreteras, energía eléctrica, transporte, telecomunicaciones, y otros).
Desde el primer gobierno cachureco de Porfirio Lobo se presentó un proyecto de ley para aprobar las famosas Ciudades Modelos (Charter Cities). Este proyecto venía precedido por su ideólogo el norte americano Paul Romer economista estadunidense de la escuela institucionalista y teoría del crecimiento económico, en un tiempo jefe del Banco Mundial, quien era asesorado por el neoconservador Mark Klugmann, nada más y nada menos quien escribía los discursos del paranoico y ultraconservador Ronald Reagan.
Romer es de la idea que “se necesita que el Estado hondureño otorgue amplios poderes y autonomía administrativa, técnica, financiera y jurídica a estas regiones o ciudades para que puedan operar libre de los males que aquejan a dicho Estado que frenan o distorsionan las fuerzas de mercado”. En otras palabras Romer considera al Estado de Honduras como un Estado fallido, carcomido por la corrupción, con un sistema judicial corrupto y politizado. Y según este las ciudades modelos funcionarían como una válvula de escape a dicha situación.
La verdad es que en el fondo las tales Ciudades Modelos o Zedes como siempre les llamo Romer, ofrecen el cielo a costa de violar la soberanía nacional, pues a todas luces este es un proyecto que atenta contra la nación hondureña, la idea no es otra que crear pequeños Estados dentro de un dentro de Estado que ellos consideran fallido como es el caso de Honduras, creando un estamento jurídico para cada pequeño Estado o ciudad, donde el sistema jurídico de nuestro país o sea nuestra constitución, no los alcance o tenga ninguna injerencia.
Dicho de otra forma las tales Ciudades Modelos, solo son otra estrategia más para profundizar las políticas neoliberales al extremo de desmembrar los territorios de las naciones donde sus pueblos no pueden defender su soberanía. Ya que las autoridades elegidas ingenuamente por ese pueblo, conspiran junto a las oligarquías nacionales e internacionales y los centros de poder económicos capitalistas para adueñarse de lo único que les va quedando a los pueblos: sus territorios, formando pequeños Estados con autonomía jurídica, donde esos centros de poder económico son inalcanzables para las leyes nacionales, así convertir estos lugares en: lavados de activos legales, o centros de explotación de mano de obra barata, con sus propias normas, leyes, políticas sociales y económicas, ejércitos, policía, etc.
Con ello se les da a estos nefastos centros de poder económico capitalistas un cheque en blanco, para la explotación de lo que hay en estos territorios, recursos naturales además de la explotación de las fuerzas de trabajo de los ciudadanos, quienes se someterán a la arbitrariedad del nuevo Estado bajo el juego capitalista de invertir un dólar para ganar mil, y siempre la vil promesa de crear fuentes de empleo. La pregunta que surge es ¿a que precio?
Honduras desde hace más de cien años tuvo la experiencia de las tales ciudades modelos con los enclaves bananeros afincados en la costa norte del país, desde principios del siglo pasado, y la verdad; fue que con ellas se crearon verdaderos infiernos laborales en donde el trabajador era una especie de esclavo trabajando jornadas interminables de hasta 14 horas diarias: sin pago de horas extras, vacaciones, seguro, prestaciones, etc.
La diferencia entre aquellas ciudades modelos y estas es que los centros de poder económico ahora han afinado en 4:40 sus cuerdas de explotación, pues plantean crear Estados dentro de otros Estados, los cuales obviamente estarán fuera de la ley de los Estado originarios.
No hay duda que es partir de la década de los setenta del siglo pasado que el capitalismo ha reformulado sus estrategias de control económico en el continente americano y en todo el mundo, las cuales se conocen bajo el nombre de “Modelo Económico Neoliberal, políticas económicas que se implementaron por primera vez en 1975 en Chile después del golpe de Estado que diera el genocida Augusto Pinochet al presidente electo Salvador Allende de tendencia socialista.
Chile funciono desde entonces como un laboratorio de los centros de poder quienes maquiavélicamente pensaron empezar desde el sangriento golpe de Estado militar, en un país colapsado, sumido en el caos y bajo la bota militar. A ese país llegaba a cada rato para asesorar al dictador Pinochet, Milton Friedman (ideólogo del neoliberalismo y asesor de varias presidente conservadores entre ellos Ronald Reagan en Estados Unidos y Margaret Thatcher en el Reino Unido).
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El neoliberalismo como modelo ecomico plantea reducir a los Estados a su mínima expresión, y para ello hay que privatizar todo siempre con el cuento de disminuir la burocracia, y potencializar la empresa privada, la cual según estos, traerá bienestar a los pueblos. Pero en todo esto hay una siniestra y oscura verdad, que es destruir las economías nacionales, saquear los recursos de los pueblos de la periferia, en beneficios de los grandes monopolios y oligopolios internacionales.
Además de tener un dominio absoluto de estas sociedades famélicas que cargan sobre sus espaldas cientos de años de colonización, donde se han creado democracias representativas hechas para la implementación de estas políticas neoliberales, las cuales ahora dejan de tener vigencia, no quedando más para los centros de poder que el desmembramiento sus territorios y crear nuevos Estados dentro de estas “republicas”.
Nos llama poderosamente la atención que dentro de esta propuesta de modelo económico neoliberal, no se hable en ninguno de sus articulados de disminuir o abolir la policía y los ejércitos, que son los que consumen gran parte de los presupuestos de estas naciones y que además no están guerra con ninguna otra como para financiar desmesurados ejércitos, armados hasta los dientes. Claro al final vemos porque, en vez de eliminar a estos, se les privilegia, pues; forman parte de la estructura de dominación política social y económica, y sirven para reprimir, torturar y asesinar a los pueblos cuando estos descubren la gran conspiración que se cierne sobre ellos.
En este proceso de conspiración contra los pueblos es reiterativo el delito de traición a la patria, por suerte este no prescribe y los pueblos tendrán un día quizás la oportunidad de deducir responsabilidades aquellos que a todas luces han incurrido en él, maquinando desde la posición que el ciudadano común a delegado en ellos; en el Congreso Nacional, en la Corte Suprema de Justicia, en la Fiscalía, en el Poder Ejecutivo, etc. Así vemos como en nuestro país en los últimos años se han librado grandes campañas para imponer de cualquier forma a determinados funcionarios en la fiscalía y Corte Suprema de Justicia por ejemplo. Pues este proyecto de privatización y saqueo requiere de la legalidad para hacerlo, sin que nadie se atreva siquiera a pestañar.
Lo que hay que entender es que este proceso se implementa por etapas, con objetivos a corto, mediano y largo plazo. Cuando los pueblos protestan porque descubren las trampas el neoliberalismo retrocede y hecha un paso atrás, triquiñuela en la que generalmente caen los pueblos, pues; no se le da un seguimiento debido a esas intenciones, luego un día en la oscuridad de la noche o bien a la luz del alba, aparecen con el mismo proyecto bajo el brazo, esta vez con otro nombre y disfrazado de mil maneras para que la maquiavélica intención sea indetectable.
Y eso fue lo que paso con las tales Ciudades Modelos, las cuales no se aprobaron como tales en el primer intento en el Congreso Nacional, estando como presidente del congreso Juan Orlando Hernández y en donde parece por primera vez el pastor evangélico Ebal Díaz como vocero y promotor de dicho proyecto. Hasta entonces nadie en Honduras sabia del tal Ebal Díaz, el entonces inexperto Ebal, no tuvo la capacidad de maniobrar como para que el pueblo no se diera cuenta de sus insanas intenciones, es así que este nefasto proyecto no fue aprobado por considerarle en todo sentido violatorio a la soberanía nacional. Pero el cuento no termina allí.
Al tal Ebal Días se le perfila como gran perpera de la estructura administrativa cachureca, y este desde esas posiciones empieza de nuevo a conspirar junto a su jefe Juan Orlando, es así que se presenta de nuevo el proyecto con el nombre ahora bajo el nombre de Zedes o Zonas De Desarrollo; y sin que el pueblo se diera cuenta fue aprobado según La Gaceta, a través del Decreto 236 2012 y ratificado bajo el Decreto Numero 9 de fecha 13 de enero del 2013, en el gobierno de Juan Orlando Hernández, quien no soltó la cuerda hasta que el pueblo se durmiera, conspirando ha vista y paciencia de la sociedad hondureña contra los sagrados intereses de la nación.
Es obvio que en esta situación se incurre en el delito de traición a la patria, pues en pleno Congreso Nacional el proyecto fue contundentemente rechazado, y hay que decirlo por la presión de la población hacia sus autoridades legislativas. Pero vemos que a solo unos cuantos meses después se disfraza el proyecto de ley, lo cual se puede considerar un lascivo engaño de parte de quienes lo presentaron y lo aprobaron en perjuicio del pueblo hondureño, entregando nuestra soberanía a los centros de poder económico internacionales, y reiteramos que los mismos han cometido el delito que no prescribe de TRAICION A LA PATRIA.
Atrás quedo ya el más grande fraude de la historia del país, el saqueo al seguro social, la reiterada violación a la constitución de la Republica, el encubrimiento al narcotráfico. Nada se compara a las Zedes, solo nos queda preguntarnos ¿Cuantos millones de dólares aflojo el epicentro del poder económico capitalista, para que hondureños se prestaran a este ilícito? Y además trabajando y urdiendo sin parar por mucho tiempo.
En una entrevista decía Julio Raudales, el ex ministro de planificación del gobierno de Porfirio Lobo, respecto a su valorización sobre las bondades que los promotores del gobierno cachureco de Juan Orlando Hernández quieren vender a la hondureñidad, Raudales resume en pocas palabras lo que estas representan: “Las ZEDEs ahora se ven como una forma de buscar dinero fácil para los inversores de aquí; las mismas empresas que han secuestrado al gobierno”.