Por: Carlos Méndez
Honduras, es nuestra casa. En ella, según último censo, vivimos más 9.5 millones de habitantes; gente noble, maravillosa, el principal patrimonio y capital de la nación pero “ninguneada”, y educada para ser ingenua, empobrecida y envilecida en todos los ámbitos de la vida.
Nuestra casa tiene una impresionante diversidad de recursos naturales vestido de colores maravillosos con su flora y fauna en sitios de prosa y verso como la Mosquitia hondureña; nuestra casa también es, las Ruinas de Copán; lo es, la enorme costa caribeña, bañada por el Atlántico y sus pueblos garífunas. Agréguese El Pacifico y sus atardeceres mágicos. Islas de la Bahía es, faltaba más, nuestra casa con el amor de sus corales alucinantes. Los ríos caudalosos como el Ulúa Chamelecón, Aguán, Patuca, y el río Plátano es otra parte de esta casa, mía, tuya y todos nosotros, hombres y mujeres.
Nuestra casa, además, es rica en minerales de gran valor como hierro, oro, plata, plomo, granito, carbón, cobre, mármol, basalto etc.
Esta casa, para asombro de propios y extraños, es punto geográfico y político estratégico de vasta importancia económica y, se lo recuerdo, también militar; por eso la metieron, sin pedirle permiso a sus verdaderos propietarios, es decir, sus habitantes, para formar parte de un plan estratégico de explotación a gran escala, en donde, además de ser plataforma para el tránsito de mercancías y tropas militares extranjeras ¿por qué no?, recorriendo el canal seco, será un espacio para continuar con un modelo de despojo de recursos mineros y fluviales, incluyendo sus territorios firmes habitados o no. Por ello, se viene preparando a los gobiernos lacayos, desde Washington, a propiciar las condiciones jurídicas, infraestructurales y políticas para que se promuevan la construcción de ciudades modelos por ejemplo, para lo cual sus defensores nos hablan desde 2013 y que lo siguen eructando con hediondez pasmosa, que “seremos beneficiados sin abasto, con trabajo para millones de desempleados y desarrollo en abundancia” con lo que nos dicen una mentira escandalosa tan antigua como la de los conquistadores españoles que dieron baratijas o pedazos de hojalatas a cambio del oro y los metales preciosos y que luego saquearon a nuestros indígenas hace más de cinco siglos con resultados genocidas terribles.
Hoy en pleno siglo XXI se trata, de la entrega vulgar y mafiosa de nuestro territorio a compañías extranjeras y millonarios sinvergüenzas que ya comenzó desde hace rato, con las concesiones escandalosas de nuestras minas y ríos sin ningún reparo ambiental, y ahora, la de territorios completos, y que tienen, en su apetito voraz, agrupados en 16 regiones, según dictamina el desgobierno entreguista para lo cual, definieron a Amapala, Alianza, y Nacaome en el sur y también la mitad de territorios de la costa caribeña ubicados entre el rio Sico y Trujillo habitados por garífunas, para construir sus “ciudades modelos”. Sin echar en cuenta lo que ya es noticia en Roatán.
Al seguir este libreto de despojo, los traidores de la patria en el destartalado país de Corruptolandia, reformaron la Constitución sobre todo los artículos 2 y 239, entre 2010 y 2013, violando principios elementales de soberanía y de derechos de los pueblos originarios porque estas “ciudades”, según las reformas, serán un Estado dentro de otro Estado ya que tendrán tal autonomía para hacer “sus propias leyes y reglamentos”, aunque vociferen lo contrario, la gavilla de papos y sicarios del régimen imperante.
Para este mega ensayo de negocio alucinante de largo alcance, se pone en riesgo la sobrevivencia del propio Estado hondureño, que de por sí, ya está en cuestión desde hace más de un siglo, para lo cual es menester el uso o manipulación de gobiernos o títeres en los tres poderes de la Republica, con todo y sus Fuerzas Armadas en un solo costal, para darle continuidad a un proyecto de colonización degradante como estúpida. Pregunta: ¿Es esta una poderosa razón para que Estados Unidos apoye la permanencia en el poder de las actuales rapiñas de la Republica, por un tiempo innombrable, o la continuidad de otros, hechos a su gusto y antojo?
Si el pueblo no para esto, den por adelantado que estas criaturas del infierno, ¡acaban por entregar, en su totalidad, el territorio nacional!
En el peor de los casos, caben ideas locas y utópicas como la de apoyar a los olanchanos para fundar Olancho como nueva República para irnos a vivir allá, todos los despojados de nuestra propia casa.
Pero también, los traidores saben que una idea como esta solo es una broma porque tarde o temprano pagarán su miseria ética y moral.
¡Que Diosito lindo y este pueblo a quien subestiman en casi todo, nos oigan!
¡En nombre de lo que usted más más quiere y ama: ¡que así sea!