Por: Félix Cesario*
No hay duda alguna que este lugar llamado Honduras es un territorio de los contrastes, de las disparidades, de la antítesis. Muy especialmente, cuando se ejerce la ley y la justicia, se comprueban estos contrastes se la aplicaran a sujetos con estrellas de cobre y grados de mando militar y policiaco.
Afirmamos ayer, en los años 80s, cuando imperaba un Estado de derecho (a la derecha) y, lo afirmamos hoy en donde impera un Estado de hecho (siempre a la derecha) que siempre ha sido sistemática la violación a los derechos humanos, así como el hostigamiento a los organismos y personas que ejercen el sagrado deber en defender los derechos humanos. Revisemos la historia y me darán la razón.
La sentencia absolutoria, dictada el viernes anterior en los Juzgados de lo Penal, en Comayaguela, por la jueza Gabriela Gallo, a favor de los oficiales de policía de Félix Adrián Colindres, Juan Manuel Aguilar Godoy y Marlon Agustín Vásquez Palma, por la brutalidad cometida en conta los defensores y estudiantes en los predios aun militaristas de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), en septiembre de 2017, a pesar de las pruebas irrefutables por el terror y tortura en contra de los defensores de los DDHH, especialmente contra Carlos del Cid, quien fue dañado en su ojo izquierdo, perdiendo el 80 por ciento de su visión, así como contra mi ex alumna y hoy colega periodista Tomy Morales, Hedme Castro y Ariel Diaz. Este fallo solo demuestra que, este “pueblon” llamado HonduPALMEROLA, impera el poder pretoriano impuesto por Calígulas, por órdenes del Pentágono.
En esta región bananera, es el confín de los contrastes. Así hemos visto como los ladrones del Instituto Hondureño del Seguro Social (IHSS), son sospechosos de desfalco, pero un campesino que lo agarran con unos «palitos» de leña, o un garrobo, o un lorito, es confinado sin proceso alguno a la Penitenciaria Central.
¿Podemos sentirnos con la tenencia de justicia cuando los “cuello blanco”, los asesinos de los años 80 y de la actualidad, los que les importa un carajo el trabajo de los defensores y defensoras de los derechos humanos la contrastan con un arma poderosa llamada IMPUNIDAD?
El gobernante ilegal, traspatio norte americano se pasa la constitución de la república por donde dicha sea la parte, pero se acusa a una o un humilde y digno maestro por usurpar una plaza en la docencia.
Aquí en este charco de los contrastes, un simple y criminal policía se le asigna legalmente un salario superior a los 15 mil lempiras, cuelga sus medallas con un orgullo de mordaz servil; pero a contra tiempo, una maestra, una trabajadora de aseo, devenga un salario miserable que apenas le sirve para sobrevivir.
Aquí en este potrero nacional, vale más un jugador de fútbol que un docente universitario. Aquí manda la droga, los capos, las corporaciones informativas. Aquí gobierna e impera el deshonor ante la dignidad nacional
Es una obligación que las organizaciones defensoras de los derechos humanos conformen un solo bloque de lucha (no tengan miedo de usar esta palabra) para auto defenderse y defender los DDHH en este país.
Concluimos que, a los Jueces y Juezas, les den como castigo leer y releer la Declaración de los derechos humanos de la ONU; la Declaración de Naciones Unidas sobre defensores y defensoras, la Convención Americana de Derechos Humanos, en fin, cuanta doctrina haya sobre el tema, hasta que lo repitan hasta en los sueños del terror; y escarmienten en sus retorcidos veredictos.
Entretanto recordemos que toda tormenta tendrá su calma. Que todo túnel tiene una salida y que toda noche tendrá un amanecer.
¡Alta es la noche …y el amanecer será incontenible como la libertad!
*Poeta y Periodista. Ex Catedrático de la Escuela de Periodismo, UNAH.