Por: Félix Cesario*
“Nam si violandum est jus, regrandi gratia violandum est: alis rebus pietatantem colas”. Del latín al español se traduce de la siguiente forma:
“Si hay que violar el derecho, violadlo para gobernar: pero en otros casos, respetad la justicia”. Así manoseaba el derecho, la ley y la justicia el tirano cayo Julio Cesar, el mismo que para gobernar hizo del Estado romano un imperio mundial, pero destruyó hasta el asco la republica romana.
Cayo Calígula, además de que se creó entre los cuarteles, aunque comandó y conquistó territorios para someterlos al imperio de roma, no llegó a ostentar grados militares pero, tenía y actuaba con conducta militarista en sus mandatos como uno de los cesares de la decadencia. Estos dos cesares crearon poderío romano pero destruyeron la república y odiaron la libertad. En contubernio con Nerón, Tito y Justiniano, el último de los doce Cesares.
Hoy en día, Roma diremos en honor a la verdad, que conquisto al mundo con el derecho romano, siendo uno de los más destacables Justiniano con su “corpus juris civilis”. Este código de leyes podemos afirmar que roma es escuela de los derechos civiles y sociales, creados por en el periodo del siglo II y III de la época clásica en ciencia del derecho romano, mismo que, impera en los Estados, republicas o reinados del orbe.
Honduras, heredera de las resacas, vicios y desde luego la forma de gobernar de manera tiránica, dinástica, y el odio a las mayorías; hasta heredándoles el desprecio a la libertad. Por ello, si consultamos a la historia, desde su época independentista, solamente un gobernante con vocación de estadista salva a la república y a la Confederación Centroamericana. Ese visionario fue Francisco Morazán, al que fusilaron los conservadores políticos en 1842, en San José, Costa Rica. Al asesinar al hijo benemérito de las libertades, masacraron los ideales libertadores de estos miserables pueblos.
Honduras es una nación de asesinos de la libertad, en donde cada presidente es impuesto por su amo, el imperio de Estados Unidos de Norte América. Son en el sentido estricto de la verdad, “conserjes, ladrones y celadores de los intereses del amo”. Con la muerte del General “con G de grande”, como dijo el poeta Oswaldo Escobar Velado, Francisco Morazán matan y corrompen, hasta hoy, el remedo de república, Estado hondureño.
Por ello no nos extrañemos en ver las atrocidades de los vicios impuestos por los españoles. Hoy en plena “civilización, democracias o autocracia o plutocracia”, vemos en la actualidad personajillos, ventosos de Caligulas y de Cayo Julio Cesar, quienes prolongaban sus tiranías y que sus mismas guardias pretorianas los asesinaron.
Por tal razón no es de extrañarnos que el Calígulas hondureño actúe con el cinismo de los Cesares. Y se goce con pasmosa complacencia de ver como asesinaron a un soñador de la libertad como don Anselmo Villareal en este circo o establo nacional. Pueda ser que sea el final de “los idus de marzo”, para este tiránico que, además de haber convertido a este país en un narco estado, ha hecho del “senatus” o Congreso hondureño un zoológico nacional. En este otrora palacio legislativo, ahora pastan burros, sapos, culebras y asoma su vuelo una que otra águila, uno o tres a halcones con sentido de patriotismo.
Esperemos y sigamos combatiendo a estos Caligulas, a este Cesar decadente y demente sin desearle que pueda expresar al momento de ajustes de cuentas “tú también brutus”. Que recuerde el emperador y su prensa tarifada que aún no se han culminados los “idus de marzo”.
* Poeta y Periodista. Ex catedrático de la Escuela de Periodismo en la UNAH.