Por: Miriam Grizel Elvir
Tegucigalpa, Honduras (Conexihon).- “De madre a madre, le pido a la rectora de la universidad que no siga dañando a los estudiantes”.
Estas fueron las declaraciones de la madre de uno de los 20 jóvenes acusados del delito de daños agravados y privación de la libertad en prejuicio de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH).
Protegiéndose toda la mañana bajo una sombrilla multicolor, una mujer de 51 años espera impacientemente la sentencia para su primogénito por parte del Juzgado Penal, ubicado en la colonia la Granja de la ciudad capital, el pasado viernes 26 de mayo.
Mientras la madre sufre angustiosamente, el hijo junto a 19 estudiantes más, todos ellos con grilletes en los pies, enfrentan un juicio encaminado a la criminalización y estigma de los defensores de la educación pública superior en el país.
Un día antes (25 de mayo), los 20 estudiantes, en un acto de solidaridad con tres alumnos de la UNAH, a quienes desde el año 2015 enfrentan un proceso jurídico por usurpación de los predios universitarios, iniciaron una toma al edificio administrativo en ciudad universitaria.
La franja vertical del pantalón, delata al guardia de la empresa ESPA con su rostro cubierto. Foto: Perfíl del MEU en Facebook. |
Los jóvenes fueron sorprendidos por miembros de la guardia de seguridad privada de la UNAH, quienes con los rostros cubiertos con camisetas simulando ser estudiantes, se introdujeron de manera violenta al edificio y ocasionaron daños físicos. Para fortuna de los estudiantes a los guardias de seguridad se les olvido cambiar sus pantalones de uniforme y ese pequeño detalle fue captado gráficamente.
Minutos después del ingreso de los guardias encapuchados, policías y militares irrumpieron violentamente y arrestaron a los 20 jóvenes. Los estudiantes fueron trasladados a una estación policial bajo el argumento de daños agravados y usurpación de la libertad.
Más de 24 horas después, los 20 estudiantes universitarios fueron presentados ante el Juzgado de lo Penal del Barrio la Granja y sometidos a la audiencia de declaración de imputado, donde se les otorgaron medidas sustitutivas diferentes a la prisión.
Al conocer la sentencia de su hijo, a quien por razones de seguridad no se exponen su nombre, la madre esconde su frustración con una risa temerosa: “yo hasta que no lo vea aquí afuera conmigo, no estaré tranquila porque esto es injusto, pues ni mi hijo ni sus compañeros son delincuentes”.
La señora que saludaba a través de un ventanal a su hijo, mientras brindaba declaraciones a www.conexión.hn, dijo que “mi esposo y yo respetamos y apoyamos las actuaciones de nuestro hijo, yo como madre interesada en la educación de mis hijos me doy cuenta de cómo son tratados los estudiantes por las autoridades universitarias”.
“Como madre de familia exijo respeto a los derechos de mi hijo y los de todos los estudiantes de Honduras, no pueden estar siendo discriminados por sus pensamientos y tampoco pueden ser tratados como delincuentes porque el arma de los estudiantes son los cuadernos, lápices, mochilas y sus ideales”, relata la madre.
La angustiada madre envío un mensaje final a la rectora: “Ella es madre y de madre a madre le pido que sea consiente y consecuente con sus acciones, pues esta no es la manera correcta de tratar a los muchachos”.
Por su parte el abogado del Comité por la Libre Expresión, Mario Rojas informó a su salida de la audiencia que la intensión del Ministerio Publico (MP) a diferencia del año pasado (en el caso de los tres estudiantes que originaron la acción de protesta de estos 20), era por delitos cuya pena sobrepasara los cinco años y poder con ello solicitar un arresto.
Rojas, detalló que el MP argumentó sobre los jóvenes que podrían interferir en las investigaciones y que además se podían fugar del país y por ello era necesario el arresto como medida de prevención.
“La intensión de arrestarlos y enviarlos a la cárcel de Tamara, es la mejor evidencia de la criminalización a la protesta social por parte del sistema de justicia nacional”, sostuvo el profesional del derecho.
La madre esperó a su hijo durante ocho horas bajo las inclemencias del tiempo. Al salir del edificio estatal, la señora lo besó en su frente, lo tomó de la mano y con un espaldarazo le dijo “vamos para la casa que mañana hay que trabajar y vos ténes que ir a clases a la universidad”.