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Se tiene que decir lo que no se dice entre líneas

Por: José Briceño

El domingo 23 de febrero del año 2020, el país se levantó con una terrible noticia, aunque cotidiana, muchas veces se disfraza, no con fin de usar un eufemismo por respeto a la audiencia, lector o veedor, sino para desviar el tema principal que conlleva ella misma, es así como un feminicidio, parricidio, pedofilia, estupro, salvajismo, bestialidad y tratos infrahumanos son mostrados como resultado de un comportamiento que victimiza dos veces a la persona agraviada, quien casi siempre es una niña, o una mujer que viene sufriendo maltrato y hostigamiento desde niña, y que el espíritu de la noticia es casi siempre que la persona se buscó lo que le paso por su comportamiento.

Y es que en la cultura machista arraigada en el «populacho» no tiene un límite de edad para la intimidad carnal, y su bestialidad lo lleva a hostigar a las niñas, cometiendo todo tipo de salvajismo, y delitos como pedofilia y estupro, es así como entre líneas no se dice en la noticia que el asesinato que cometió un Edil Municipal de Nueva Armenia, Francisco Morazán, Honduras, Francisco Roberto López de 80 años de edad contra su esposa Brenda Griselda Vásquez¹, además de la cosificación de la mujer en la que es desechada porque seguramente en el consciente del aberrado asesino solo le pertenece a él.

Pero leyendo el contexto de la noticia deja entrever que la mujer de 31 años tuvo vida marital con ese hombre desde hacía unos 20 años, es decir que ella solo era una niña de unos 11 a 13 años cuando Roberto comenzó a hacer vida marital, lo que aunque para algunos solo se trata de «comer pollito tierno», en su realidad penal se cometieron todos tipo de delitos de los cuales ya el Ex Alcalde había estado viviendo en impunidad, a parte del aberrante comportamiento de hostigamiento de un adulto hacia una niña, se cometió Violación, Estupro, Pedofilia y por último el consumado asesinato.

Pero como se dejó claro en la introducción de este artículo, la noticia no es eventual ni con cierta periodicidad sino cotidiana, las niñas y mujeres se ven agraviadas a diario por aberrantes y salvajes machistas patriarcales acobijados bajo la sombra de la impunidad así lo deja entrever otra noticia que dispara las alarmas de lo que le está sucediendo a las pequeña ciudadanas, que ante la perplejidad de sus conciudadanos con conciencia crítica, hay una muda parsimonia de los entes estatales y judiciales delante de estos hechos inhumanos.

El 21 de febrero del 2020 Honduras como todos los días se enteró de un hecho atroz, el primo un hombre de 40 años, atacó a su pariente de 13 años supuestamente por un «desamor»² como lo titula la prensa escrita con la firme intención de ocultar las verdaderas razones de una ataque tan espeluznante contra una niña, y de nuevo culpa a la víctima por su negación a acceder a los intenciones bestiales del agresor. 

Queda una enorme tarea por hacer para desconstruir esos esquemas de posesión, machismo y patriarcado para dar esperanza de al menos un país sin violencia, una tarea que soslaya el Estado y que más bien reproduce esos comportamientos salvajes y los afirma en algunos sectores, ya sea por omisión o por cultivar estereotipos sociales con sus personalidades públicas, quizás porque les conviene mantener a la gente ignorante para sus propios intereses y aunque firmante de muchos tratados orientados a proteger a la niñez y la mujer se calla ante tal comportamiento bestial.

Las organizaciones feministas y protectoras de la mujer no gubernamentales han estado insistiendo que esto se visualice y los otros sectores sociales también deben hacer eco, porque compete, y el Estado debe reaccionar para detener esta ola de exterminio misógino y a veces contra los niños varones también, porque la violencia debe parar para que de ahora en adelante se haga vivo el grito !NI UNA MAS!

 

 

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