Estocolmo, Suecia (Tomado de telegra.ph).- El activista político hondureño Erlin Mejía Andino y seis miembros de su familia habían encontrado refugio en Suecia a finales de 2017, momento en el que comienzan un largo calvario en pos de su status de asilado político.
La familia Mejía Andino llega a Suecia el 2 de septiembre de 2017 y piden el asilo el 4 de septiembre. La primera negativa de asilo, por parte del estado sueco, es comunicada dos años después, el 15 de diciembre de 2019. Las autoridades adujeron falta de pruebas. Ante lo cual, Mejía presenta una apelación a la medida adjuntando más documentación probatoria. El 6 de abril de este año le comunican nuevamente la negativa al pedido de asilo. Tras lo que el abogado del activista hondureño vuelve a realizar una nueva apelación, y amplía los documentos requeridos. El 18 de junio de 2020, las autoridades deniegan el asilo por tercera vez.
Redcom, en comunicación con Mejía nos adelanta que el día viernes 10 ha recibido, por parte de las autoridades de Migración de Suecia, una nota diciendo que se pongan en contacto con ellos «para coordinar nuestro regreso inminente a Honduras», explica absorto Mejía.
Si bien Suecia admite que las vidas de los integrantes de la familia Mejía corren serio peligro, pero a su vez, argumentan de que el Estado hondureño puede cuidarlos. «Lo cual es una verdadera locura». Primero, porque Erlín Mejía es «un perseguido político». Y segundo, «los mismos políticos están involucrados en la trata de personas» denunciadas por el propio Mejía, motivo por el que ha comenzado esta persecución.
Mejía Andino, conocido en Honduras por su lucha en favor de los Derechos Humanos y los Derechos de los discapacitados, y miembro del partido de izquierda Libre, emprende su viaje -el 1° de septiembre de 2017- al país nórdico en busca de asilado político, patrocinado por la Unión Europea y a través de la ONG Oxfam. Hoy, a casi tres años, Erlin y su familia corren el riesgo de tener que volver a vivir en peligro en su país de origen.
«Las autoridades suecas afirman que el gobierno de Honduras puede garantizar mi seguridad, pero es una locura», advierte Mejía. Es que miembros del mismo gobierno hondureño lo han «amenazado de muerte», denuncia ante el corresponsal de Redcom.
Honduras, año 2015. Corrupción, totalitarismo y violenta represión.
En este contexto, Mejía se encontraba en primera fila entre los indignados que habían inundado las calles de Honduras para pedir la renuncia del Régimen de Juan Orlando Hernández (JOH), acusado por partidos de la oposición de corrupción y autoritarismo.
Una brutal represión contra el pueblo hondureño se apoderaba de cada rincón del país centroamericano. Erlín, no escapó a ella. La policía también descargó su brutalidad contra la humanidad de Mejía, un joven en silla de ruedas. Los hombres del servicio de seguridad le dijeron en varias oportunidades que lo «matarían si continuaba» con su activismo, nos explica hoy el activista por los DDHH.
Luego de haber obtenido un aparente refugio en Suecia, Mejía comienza a hacer público los motivos que lo habían llevado a abandonar Honduras, junto a seis miembros de su familia, y pedir asilo en el país europeo. Y es que una red que opera con el tráfico de seres humanos, había secuestrado a su hermana Ana -octubre de 2016- de tan solo quince años. Ana había sido secuestrada y abusada por dos personas. Secuestro que también ha sido una represalia por el compromiso político del activista.
Mejía Andino presenta una denuncia oficial ante las autoridades competentes de la Ciudad de México, el 25 de abril de 2018, y enviada también al fiscal especial por delitos de violencia contra la mujer y la trata de personas en México. El activista detalla en su denuncia, sobre una red que «opera desde México, hacia América Central, Venezuela, Colombia, Perú y llega a Chile». Esta red «funciona a nivel nacional a través de una fundación que aparentemente ayuda a los niños sordos, pero que en realidad es una tapadera: a los niños sordos los secuestran, los envían a la ciudad y les hacen mendigar, mientras que a las niñas las venden a redes de prostitución en Guatemala, México y El Salvador». En su denuncia, Erlin también ha indicado los nombres y apellidos de varias personas importantes que pertenecen a esta red. Personas que, con su repatriación a Honduras, representarían una seria amenaza para su integridad y la de su familia.
A pesar de todo esto, en un documento fechado el 28 de noviembre de 2019, el Consejo de Inmigración de Suecia, organismo que evalúa las solicitudes de permiso de asilo y residencia para extranjeros, ha rechazado la solicitud de Mejia, alegando que «el tratamiento al que ha sido sometido el activista no reviste la intensidad necesaria para ser definido como persecución». Es más, al regresar a su país, según las propias autoridades suecas, Mejía no correría ningún riesgo de morir o ser asesinado. Pero además añaden: “Según la información disponible, la libertad de expresión está protegida por la ley en Honduras. Las elecciones más recientes se han celebrado en noviembre de 2017 y se juzgaron como democráticas, según los observadores internacionales, aunque se informaron de algunas deficiencias».
De hecho, varias organizaciones como Human Rights Watch han señalado de «fuertes indicios de fraude» -para las elecciones de 2017- y «manipulación de resultados». Cientos de personas han sido arrestadas en las protestas, reprimidas brutalmente, y además, los asesinados a manos de las fuerzas de seguridad. Amnistía Internacional ha denunciado la «represión brutal», y ha calificado a Honduras como «uno de los países más peligrosos para los defensores de los derechos humanos».
A pesar de este contexto, las autoridades suecas, contra cuya decisión apeló el abogado de Mejia el 3 de diciembre de 2019, argumentaron que «hay cierta protección del gobierno en Honduras», antes de admitir, al rechazar la solicitud de protección del activista, que las autoridades hondureñas «están obstaculizadas por diversos problemas y el estado de derecho en Honduras se ve frenado por la corrupción generalizada». Lo que se traduce en una «gran impunidad».
No obstante, para el Estado sueco, Mejia y su familia pueden, o más bien, tienen que regresar. En este sentido el día 10 de julio Erlín Mejía ha recibido una nota por parte de la Oficina de Migración sueca expresándole que de no ser por el COVID-19, tanto él como su familia, estarían ya en Honduras. En estos momentos, el trámite de repatriación esta demorado y no se sabe hasta cuándo. Lo que sí queda evidenciado en la negativa de Suecia al pedido de asilo, es el total desamparo de la familia Mejía, y el retorno quedaría bajo su propio riesgo.