Por: Víctor Manuel Ramos
El señor Ebal Jair Díaz Lupián, ministro de este gobierno, atribuye, en un artículo recientemente publicado en El Heraldo, a Nicolás Maduro, al chavismo, más propiamente, las dificultades que el régimen de Juan Orlando atraviesa, y expresa sus temores de que, esas brisas bolivarianas, que podrían convertirse en huracán, se conviertan en la causa de la caída de régimen opresor que él defiende ciegamente. Don Ebal acude a la vieja estratagema de tirar la piedra y esconder la mano, o a la del gato de que esconde sus deyecciones. Es muy común echar la culpa a otros de nuestros propios errores. Esa estratagema la usó el recién derrotado Macri, que pasó todo su período de desgracias para el pueblo argentino, argumentando que las dificultades de su régimen eran causadas por el anterior régimen dirigido por Cristina Fernández.
Resulta que para don Ebal, el régimen de Venezuela Bolivariana se ha convertido en un súper poder que tiene arrinconados a todos los regímenes impopulares agrupados en el fenecido y putrefacto grupo de Lima, a cuyos dirigentes el convicto Kusinsky llamó, con gran precisión, perros falderos de Trump.
Y bien que don Ebal y el régimen al que sirve tira la piedra y esconde la mano, porque, en la jugada ideada por Trump con las agresiones destinadas a desestabilizar al gobierno bolivariano de Venezuela, ha sido el régimen juanorlandista, incluído el señor Ebal, el que, en connivencia con otros regímenes latinoamericanos que representan a la ultraderecha antidiluviana y que responden mansamente a los dictados de la política norteamericana, el que ha intentado, por todos los medios ilegales, derrocar al régimen de Maduro Moros, utilizando, como actor principal del sainete, a un pobre diablo que se autoproclamó presidente pero que no es ningún presidente pues no manda ni en su casa.
Don Ebal, evidentemente usa anteojeras, esas que les ponen a los caballos que tiran carruajes para que no se distraigan con las yeguas de los prados vecinos a la calzada. Por eso no ve lo que ocurre en su entorno, o es que deliberadamente se hace el sordo y el ciego, por querer atribuir a Maduro la insatisfacción del pueblo de Chile y el de Ecuador en contra de sus mandatarios, el uno heredero del asesino Pinochet y el otro, traidor del pueblo que le votó para que siguiera ejecutando el programa de la Revolución iniciada por el presidente Correa.
En Ecuador, lo que pasó no puede ser atribuido al régimen de Maduro. Simplemente el pueblo ecuatoriano de hartó del engaño, del re sometimiento del país al Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial para endeudar al pueblo que deviene en la obligación de pagar los créditos a costa de impuestos que desmeritan el nivel de vida de los ecuatorianos. En Chile, pasó lo mismo.
El hartazgo en que está el pueblo chileno no es nuevo. Cada protesta en contra de las arbitrariedades cometidas por sus gobernantes, al amparo de la Constitución pinochetista, era sofocado ferozmente por los policías y los militares, autores de muchos asesinatos. Piñera socó más la cuerda que tiene puesta en el cuello el pueblo de Chile: privatizaron la salud, privatizaron la educación, privatizaron las pensiones, privatizaron los lagos y los ríos, aumentaron el consto de la energía y privatizaron el agua. Y, no bastando con todo eso, quería, el presidentucho pinochetista, elevar el costo del transporta a un pueblo que a mitad del mes no tiene con qué comer. Ahora a Piñera el pueblo lo tiene en contra de la pared, dejó su arrogancia y pide clemencia. Ya tiene en sus espaldas 20 asesinatos. Don Ebal, ¿es que nos se da cuenta que el tal milagro chileno era solo un espejismo?
Lo que pasó en Bolivia no corresponde a la explicación antojadiza que hace don Ebal: ahí, en Bolivia, existe un país con un 90% de indígenas, estos eran sometidos a la más horrenda explotación, no tenían derechos y eran consideraos ciudadanos de segunda, nunca tuvieron un presidente indígena y era Bolivia uno de los países más atrasados del Continente. Ahora la situación ha cambiado; Evo abrió los ojos de los indios que se dieron cuenta de que el país era fundamentalmente de ellos, desde antes de la conquista española, y el país andino ha salido de la miseria y se ha convertido en uno de los más democráticos y avanzados de América Latina.
Evo popularizó la educación y la salud, devolvió a los bolivianos la propiedad del estaño, del petróleo y de los demás minerales, llevó a los indios a ser partícipes del gobierno y a participar en las grandes decisiones nacionales. Ahora, el señor Meza, aupado por yanquilandia, por la desprestigiada OEA y por los blancos, quiere arrebatar, sin haber ganado las elecciones, el poder a los indios para entregarlo a las minorías blancas y para someter a los aborígenes convertidos en nuevos esclavos del Fondo Monetario Internacional y de las medidas neoliberales.
Abra los ojos don Ebal: vea lo que pasa en Colombia. Este régimen ha desconocido el tratado de paz con la guerrilla y ha asesinado a miles de excombatientes. Esa es la razón por la que muchos reactivaron la guerrilla. La culpa no es de Chávez, ni de Maduro, ni del chavismo. La culpa es de un criminal apellidado Uribe, miembro de las bandas de narcotraficantes y de los paramilitares que han secuestrado la paz de Colombia. En estas últimas elecciones el uribismo ha sufrido el mayor descalabro. Ese mismo Uribe que ha venido a Honduras a dar, con la mayor desfachatez, a dar conferencias de como domar a los hondureños.
Vea y oiga lo que pasa en Haití, don Ebal. Ahí el pueblo no está en la calle empujado por ningún huracán chavista. Es la miseria patrocinada por yanquilandia que ha hecho que los haitianos prefieran morir en la lucha que de hambre.
En Guatemala, el recién electo presidente enemigo de los indios, se pasea por el mundo haciendo alarde de su nacionalidad italiana.
Ud., don Ebal, debe estar regocijado por la actuación de un sicópata, un tal Bolsonaro, que echa vivas a la tiranía asesina militar que asoló a Brasil y que asesinó al presidente derribado mediante un golpe de Estado (Jão Goulart), que se considera un León en la lucha contra las hienas que son, según la apreciación del misógeno, machista, protestante fundamentalista, enemigo de los indios y de los negros, deseoso de destruir la amazonía por unos cuantos reales y pretensioso de ser el juez de lo gobiernos progresistas de América y que considera a los partidos democráticos unas temibles hienas. No será por puro placer que los brasileños están en las calles en contra de esta caricatura de presidente.
Don Ebal, vea como es Ud. se hace el de a peso. Dice que todos los gobiernos progresistas de América fueron el resultado de golpes de Estado, muy a pesar de que Correa no participó de ningún golpe de Estado, ni Evo, ni Chávez, ni López Obrador, ni Cristina Fernandez, ni Lugo, ni Mel Zelaya. Todos ascendieron a la presidencia en elecciones libres. Y Lugo y Mel, más bien fueron víctimas de sendos golpes de Estado patrocinados por quienes ahora detentan el poder de Paraguay, en donde los campesinos están en las calles en la lucha contra la represión, y de Honduras
Pero si será insolente Ud. Señor don Ebal: ¿Y acaso no es el resultado de un golpe de Estado en contra del presidente Manuel Zelaya Rosales, la calamitosa situación en que se debate esta desprestigiada Honduras? Porque Ud. prefiere tapar las porquerías del régimen y culpar a los vientos chavistas por la desgracia de Honduras. Veo que sigue Ud. con anteojeras y con tapones en los oídos.
¿Será acaso injustificado que el pueblo de Honduras esté en la calle frente a la ruptura de la constitución para detener un proyecto democratizador? ¿Estarán conformes los hondureños que fueron las principales víctimas del golpe de Estado por el aislamiento a que fue sometido el país y que propició una crisis económica, sin que deje de mencionar los múltiples nombres de hondureños que pasaron a engrosar la larga lista de mártires que cayeron pensando y luchando por el honor de la patria? ¿Cree don Ebal que el atraco al Seguro Social para financiar las campañas electorales del Partido Nacional no es suficiente para provocar indignación entre el pueblo hondureño? ¿Piensa don Ebal que el pago desproporcionado por hacer estanques para almacenar agua es un asunto indiferente a los hondureños? ¿Asume don Ebal que los casos de los Pandoros y de las pastillas de harina son minucias que no causas escozor en el ánimo de los catrachos? ¿Será acaso que los fraudes electorales no son motivo de desazón entre este desventurado pueblo? ¿Será, acaso, el pueblo de Honduras, indiferente a la violación de la constitución y a la reelección que es penada por la constitución? ¿No será motivo para el encachimbamiento el que los militares y la policía, incluida la militar del orden público, se convierta en verdugo de los hibuerenses que luchan en contra de la ilegalidad? ¿Podrán los machos no superados que nacen en Honduras estar conformes con el alto costo de la energía eléctrica, con la escasés de agua, con la venta de las carreteras, con la venta de los ríos, con la puesta en venta, al mejor postor del territorio nacional? ¿será necesario que un huracán externo nos sacuda?
No, no, no, don Ebal. Y, en todo esto no tiene absolutamente nada que ver el chavismo. Sepa, don Ebal, que aquí no son vientos bolivarianos los que soplan, es el nausabundo aire que nos asfixia por la complicidad del régimen con el narcotráfico y porque el pueblo de Honduras, como se desprende de lo que supimos del juicio en contra de Tony Hernández en New York, frente a lo que le he aclarado, que ud. Ebal ignora, que en Honduras, la mayoría del pueblo que no se doma con un pan con mostazo o un billete de cincuenta pesos, no parará de estar en las calles hasta que se tomen las riendas del poder y se pueda llevar a los tribunales a los causantes de la desgracia de esta desventurada patria que urge ser refundada.