martes, marzo 26, 2024
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Julián Assange, heroe de la verdad

Por: Víctor Manuel Ramos

Julián Assange, el creador de Wikileakes, pasa por una horrorosa pesadilla por el delito de decir la verdad. Verdad que en parte nos condujo a los hondureños a saber cuáles fueron las verdaderas motivaciones del golpe de Estado en contra del Presidente Manuel Zelaya Rosales y de qué manera, los actores norteamericanos, sobre todo la ex secretaria de Estado Hilary Clinton, intervinieron para echar por tierra la importante experiencia democratizadora que se impulsaba en nuestro país. Tras ese atraco a la democracia hondureña, lo que nos ha venido es desgracia, surgimiento de bandas poderosas dedicadas al narcotráfico que han logrado el control del Estado. Persecución, represión, encarcelamiento y asesinato son las principales actividades desprendidas del golpe de Estado que, con el pretexto de salvar a los hondureños, los ha sumido en la más espantosa calamidad generada por el desconocimiento de la ley y el atropello a la Constitución de la República.

Julián Assange fue arrestado en Londres a pedido de Suecia, uno de los países escandinavos, los países que todos dicen ser el modelo, acusado de acoso sexual, por un asunto que fue sugerido e impuesto por los norteamericanos y aceptado por Londres y Estokolmo.

Posteriormente se ha demostrado que tal acusación era una total falsedad. Assange, sabedor de que tal arresto había una intriga de Los Estados Unidos para conducirlo a Norteamérica y juzgarlo por traición y espionaje, se asiló en la embajada de Ecuador, sitió en el que, por muchos años, el presidente Correa le brindo protección, a pesar de las amenazas del gobierno inglés y de la negativa a otorgarle un salvoconducto para que saliera del país en base al asilo que se le había otorgado y a la nacionalidad ecuatoriana que también recibió.

Cuando el Presidente Correa fue sustituido por el traidor Lenin Moreno, éste, plegado completamente a los dictados y las presiones de Trump, negó el asilo a Assange y le revocó la nacionalidad, de tal manera que las autoridades inglesas pudieron someterlo a prisión nuevamente.

De todos es conocido que las condiciones de encarcelamiento a que se ha sometido a Assange son totalmente inhumanas y en tal sentido se han pronunciado, con enérgicas protestas varios organismos de la ONU, sobre todo el Consejo de la ONU de los Derechos Humanos y el mismo Secretario General del organismo internacional, sin dejar de mencionar a las múltiples organizaciones defensoras de los derechos humanos y de la libertad de expresión que han mostrado, en pronunciamientos y en movilizaciones, total repudio a la justicia torcida de Londres que se encamina a entregar a Assange a las garras de la muerte que le esperan en Los Estados Unidos, muy a pesar de que el gobierno inglés se comprometió, como lo anunció el mequetrefe Moreno, en su oportunidad, a no permitir la extradición si tal acto representaba un peligro para la vida de Assange.

Con estos actos arbitrarios, que contradicen toda norma de una justicia imparcial, están enviando a Assange a la tortura, al encarcelamiento sin esperanza de libertad y posiblemente a una condena a muerte.

Es el momento de resaltar que Assange está recibiendo este trato inhumano e ilegal, justamente porque ha denunciado la tortura, los asesinatos, los crímenes cometidos por Los Estados Unidos en el mundo entero, de los que no nos hubiésemos enterado si no fuese por la valentía de este personaje trascendental de estos tiempos. La justicia debería de dedicarse, por entero, a investigar los crímenes denunciados por Assange y no a la tortura de quien los ha puesto a la luz del día. En otras palabras, Londres, y Washington se han asociado para intentar destruir la verdad, para impedir la libertad de expresión, para silenciar lo que se sabe y tener la posibilidad de seguir en sus andadas por el mundo atropellando a la humanidad.

Los hondureños debemos mucho a Julián Assange. Por tanto, la prensa hondureña, aquella que no es adocenada ni que se somete a las treinta monedas, debe elevar la voz de protesta por este truculento manejo de la justicia inglesa, presionada por Washington, para que se falle, no en base a ley, sino a los intereses inmorales del eje del imperialismo mundial para el sometimiento de los pueblos.

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