jueves, abril 18, 2024
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Nuestra América en la mira de Trump

Por: Víctor Manuel Ramos

Los Estados Unidos continúan su tránsito por una ruta sumamente peligrosa para la humanidad, para los pueblos del mundo. En primer lugar, se aferran a la política de irrespeto a las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU, de su Asamblea General y de los demás organismos especializados. Luego, ha reavivado, sin ningún pudor, su intervencionista doctrina Monroe y  hablan, sin tapujos, de América Latina como su patio trasero. 

Por otra parte han sometido a los países de América Latina –Nuestra América, como la llamó Martí- a un acoso permanente para lograr, mediante el chantaje y la amenaza, el respaldo de presidentes que actúan a espaldas de su pueblo, apoyo a las políticas intervencionistas al margen de la ley internacional. Estados Unidos ha pasado cerca de 222 años, de sus 243 de existencia, en guerras, intervenciones, genocidios, usurpación de territorios, complots para derribar presidentes, apoyo a los regímenes más sanguinarios, entre otras acciones no menos deleznables (…) y se considera a sí mismo como la fuente y origen de la democracia.

La historia de agresión y muerte de Los Estados Unidos en  América y El 
Caribe está resumida en el importante libro de Juan Boch, “De Cristóbal Colón a Fidel Castro[1]. El mismo presiente Juan Boch fue objeto de un golpe de Estado patrocinado por los yaquis y ahogó en sangre, mediante la intervención militar, los intentos de los dominicanos por restablecer la democracia. La historia reciente está escrita en páginas manchadas de sangre con el patrocinio de los mismos Los Estados Unidos en Cuba, Brasil, Honduras, Guatemala, Grenada, Chile, Panamá, Argentina, Uruguay, Paraguay, Venezuela, Nicaragua, sin mencionar a otros países del mundo.

EE.UU. se ha convertido en el adalid del terrorismo neoliberal en todas sus facetas posibles: agresiones económicas, amenazas en cualquier orden, creación de bots para difundir noticias falsas, espionaje en el más alto nivel, prisiones particulares que se enriquecen con mayores cantidades de presos (especialmente no blancos), ejércitos que eliminan civiles y temen enfrentarse a militares experimentados, apoyo al colonialismo y robo de territorios, etc., son las evidencias palpables del takfirismo mundial.

Pero la histeria norteamericana se ha concentrado en contra de tres países: Venezuela, Cuba y Nicaragua. No tolera que haya países libres y soberanos, el equipo geriátrico, lleno de ideas herrumbradas, que dirige la política exterior de Los Estados Unidos, al frente de Mr. Pompo, ex Jefe de la CIA, quien no ha tenido empacho en aceptar que miente, roba y tortura y que enseñaba a sus agentes a hacer eso, exactamente.

Toda esta rabia en contra de esos regímenes, a los que Trump considera una amenaza para Los Estados Unidos. Este temor macondiano de Trump y su equipo, posiblemente afectado por demencia senil, nos llama a la risa y a la preocupación.

¿En qué cabeza sensata puede caber la idea de que Cuba representa una amenaza en contra de la primera potencia militar del mundo? ¿En qué mente sana puede pensarse que Nicaragua, un pobre país que ha elegido el camino de la independencia para superar el atraso en que la sumieron los gobiernos tiránicos respaldados por USA, es capaz de destruir a Los Estados Unidos, económica y militarmente? ¿A qué ciudadano en sus cabales mentales se le puede ocurrir que Venezuela pretende desequilibrar a Los Estados Unidos en su vida común y en su poderío militar?

Si lo vemos sin los tapujos que pretende ponernos la prensa distorsionadora de la realidad, no encontraremos que, en verdad, quien es un peligro, una amenaza para los pueblos y los gobiernos de Venezuela, Cuba y Nicaragua, y de todos los países del mundo, son Los Estados Unidos, más precisamente Trump y sus asesores desequilibrados. Son Trump, Pompeo, Pence, Abramns y Bolton quienes están al frente de la trama que pretende derrocar al presidente Maduro mediante la intervención militar, la destrucción del sistema eléctrico venezolano y el bloqueo para que el pueblo bolivariano sufra escasés de alimentos y medicinas; es Trump y su pandilla quien ha profundizado el bloqueo en contra de Cuba, con la ley Helms Burton, también para causarle pesadillas a los cubanos.

Es Trump y sus asesores quienes pretenden doblegar la vocación de soberanía y autodeterminación del pueblo de Venezuela, para poner a un mequetrefe al frente de ese Estado que les permita nuevamente administrar el petróleo y las demás riquezas de Venezuela. Es Trump y sus amigotes quienes impulsaron un levantamiento en contra del gobierno de Ortega, en Nicaragua, quienes se oponen a la negociación para consolidar la paz, y quienes amenazan a Nicaragua con el mismo calvario a que han sometido a Cuba y a Venezuela.

Esta política intervencionista y violatoria de las leyes internacionales es apoyada, bajo amenazas por gobiernos como el de Honduras, cuya reputación como ilegítimo, ligado al narcotráfico y represor de los hondureños es bien conocida. Esa adhesión la consigue Trump mediante las amenazas, el chantaje y la humillación  con que somete al usurpador de la presidencia de Honduras, señor Juan Orlando Hernández.

Quienes transgreden la ley deben ser llevados a los tribunales. Quienes violan la leyes internacionales, también. Pero los gobernantes de Los Estados Unidos tiene una larga cadena de responsabilidades en varias intervenciones criminales en Venezuela, Cuba, Nicaragua, Panamá, Grenada, Chile, Libia, Afganistan, Irak, Siria –no alargo la lista- y permanecen impunes.

Por esos crímenes no ha recibido sanción alguna. De esta suerte, son prófugos de la justicia, protegidos por el régimen de su país que los alienta a ser, en todo el mundo, el gendarme que impone su ley, el matón Caw boy que hace lo que le viene en ganas, para presentar, como trofeo, los cueros cabelludos de los pueblos y de los Estados del mundo, sobre todos de aquellos que se interponen en su paso de abusadores de las libertades y los derechos de la humanidad.

Sólo unidos, los pueblos del mundo, incluido el pueblo norteamericano, pondremos fin a esta cruzada de Trump en contra de la humanidad y su futuro. Unámonos ya o pereceremos para siempre

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